10/06/2014
¿Qué pasa si dejamos pasar el tiempo con un problema de vesícula?
El pasado fin de semana tuve que operar de urgencia a un paciente que tristemente fue "víctima" de la medicina pública de nuestro país. Su problema empezó de la nada, mientras dormía. Lo despertó un dolor agudo e intenso en el abdomen, por debajo de las costillas. Pensó que se debía a algo que había cenado, así que tomó un remedio para el estómago y volvió a acostarse, intentando volver a dormir. Dos horas después el dolor era casi insoportable; despertó a su esposa y pidió que lo llevaran al hospital. Es derechohabiente del IMSS, así que lo llevaron a urgencias del Hospital Gabriel Mancera. No quiero dar muchos detalles, pero después de 5 días en el hospital, de estudios cuyo resultado él nunca supo, de escuchar opiniones diametralmente opuestas de diversos médicos, y por seguir con dolor y sin respuesta a sus problemas, el paciente decidió pedir su alta voluntaria y buscar atención en otro lado, llegando a mi consultorio por recomendación de un conocido de ellos.
Cuando llegó a mi consultorio, estaba grave: pálido, sudoroso, con dificultad para caminar y prácticamente sin aliento. Su corazón latía rapidísimo, respirado de manera entrecortada, y con la presión sanguínea aún aguantando. El abdomen lo tenía completamente distendido, con un dolor intenso en la mitad superior, y con datos de peritonitis en el sitio donde suele estar la vesícula biliar. Lo llevé personalmente a Urgencias del Hospital, e inmediatamente empezamos a tratarlo: antibióticos, analgésicos, rehidratación agresiva, todo por vía intravenosa. Los estudios que le realizaron en el IMSS allá se quedaron; tuve que realizarle nuevos estudios en el Hospital, y en menos de dos horas estábamos en quirófano.
Hacía mucho tiempo que no operaba a un paciente con una vesícula en esas condiciones: totalmente inflamada, con zonas infartadas a punto de reventar, llena de pus y con tal proceso inflamatorio que los órganos aledaños también estaban ya sufriendo cambios secundarios. Se imaginarán lo difícil que es operar a un paciente en esas condiciones, con mayor riesgo de complicaciones relacionadas a su padecimiento como por la afección a los órganos adyacentes. Era un caso tan difícil que no me permitió extirpar la vesícula completa sin lesionar alguna de las estructuras de la vía biliar o del drenaje del hígado, por lo que decidí quitar aproximadamente el 95% de la vesícula (lo que médicamente está descrito como "colecistectomía subtotal"), todo por vía laparoscópica en casi dos horas.
El día de hoy pude dar de alta al paciente en excelentes condiciones, con el problema totalmente controlado, y sin complicaciones. Tengo que reconocer que tanto mi paciente como yo tuvimos suerte: la gran mayoría de las lesiones de vía biliar (una de las peores complicaciones que puede tener un paciente que se opera de la vesícula biliar) se originan en casos tan difíciles como éste. Esas lesiones cambian la vida tanto del paciente como del cirujano, ya que suelen poner en riesgo la vida del paciente, generalmente requieren de cirugías muy complejas para poder corregirlas, y a largo plazo pueden desencadenar serias complicaciones como una cirrosis hepática. Cabe mencionar que mi paciente aún no está fuera de peligro; tengo que seguir vigilándolo durante los próximos meses para estar seguro que su cuadro de inflamación no deje secuelas, y que pueda recuperarse al cien por ciento. Estoy confiado en que así será: es un hombre sano de 41 años, no fumador, y que entendió la gravedad de su cuadro y lo cerca que estuvo de la muerte.
Para mi, además de las enseñanzas que me dejó este paciente, me recuerda la triste realidad por la que pasan millones de mexicanos que dependen de nuestras instituciones públicas para su atención médica. Estoy seguro que si este paciente se hubiera intervenido quirúrgicamente el día que iniciaron sus síntomas, la historia hubiera sido muy diferente: el cuadro de inflamación se hubiera detenido a escasas horas de haber iniciado, no se habría complicado con un proceso infeccioso tan severo como el de este paciente, y su problema se pudo haber resuelto fácilmente permitiéndole al paciente recuperarse por completo a los 3 días de operado... En cambio le tocó sufrir durante casi una semana en un hospital donde le hicieron nada, sin resolver su problema, hasta que decidió dejar al IMSS y buscar atención médica de calidad en otro lado. Tuvo la suerte de poder hacerlo; ¿cuántos más están en situaciones similares y no tienen esa oportunidad?