08/12/2023
En los últimos días he tenido trabajo tanatologico que me lleva a la siguiente reflexión.
La es inevitable, global, repentina… la experimentamos momento a momento sin notarla.
La causa del morir es el nacer y aún sabiendo esto pretendemos olvidar que va a suceder y que nos va a suceder e irónicamente sentimos aversión, rechazo, miedo o negación ante el hecho.
Cuando se presenta desnuda por lo general nos confunde, nos abruma, nos duele, sufrimos, sentimos pérdida o culpa… y es uno de los momentos donde somos testigos de nuestra fragilidad; pero ¿Nos hemos detenido a mirarla? ¿A entenderla? ¿A aceptarla? ¿Nos preparamos para cuando llegue? ¿Hemos dicho ya sea a través de un testamento o de charlas con nuestros seres cercanos qué y cómo lo queremos? ¿Seguimos pensando que prepararnos para morir es “llamar a la muerte”?
En el camino espiritual el entendimiento y la aceptación de la muerte es elemental para experimentar la vida. Entender que nuestro cuerpo físico tiene fecha de expiración mas no el cuerpo mental es crucial para prepararse para morir.
A través de maestros, enseñanzas, conocimientos, entendimiento y práctica he gozado de la fortuna de entrenarme en técnicas del bien morir y estoy sumamente agradecida de que esta misma fortuna me ha permitido acompañar a los seres y a sus familias en el proceso previo a la muerte, durante la muerte y posterior a la muerte del ser querido. Le digo fortuna porque son inconmensurables todas las causas y condiciones que tienen que suceder para conectar en ese preciso momento.
Si pudiera elegir como morir, querría hacerlo con entendimiento, con consciencia, con aceptación, en calma, con claridad, con jubilo, acompañada del mitra (amigo espiritual) que me recuerde mis prácticas del bien morir, acompañada del en los primeros 30min posteriores a mi fallecimiento, acompañada de ofrendas de humo los primeros tres o siete días posteriores a mi muerte, acompañada del mitra que me de guía por el bardo… si pudiera elegir como morir sabría con certeza que estoy eligiendo como vivir.
Gracias Bulfrano y Rocío por permitirme acompañarlos en su trascender.
Gracias a las familias por la brutal confianza que me dan para acompañar a sus seres queridos.
Gracias maestros y enseñanzas.
Gracias a las causas y condiciones.
Gracias al Dharma.
¡Gracias vida preciosa!