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                                            La neurocepción nos recuerda que antes del pensamiento llega la sensación. Si ese radar aprendió a leer el mundo como amenaza, el acceso a memoria, lenguaje y reflexión se reduce. Por eso conocer este concepto importa: nos ayuda a ajustar el ritmo, el encuadre y la dosis de profundidad. 
Primero seguridad, luego exploración. Pequeños gestos (respirar más largo, orientar la mirada, ubicar peso en el cuerpo, nombrar lo que sí es seguro) abren la ventana para trabajar trauma sin desbordar. Así el sistema puede sentir y, a la vez, pensar. 
No es suavizar el proceso: es hacerlo posible. 
Cuando cuidamos la base neuroceptiva, las intervenciones psicoterapéuticas por fin hacen raíz.
Y tu… ¿Crees que la terapia es incompleta si no incluimos el cuerpo? Déjame tu opinión en los comentarios. 👇👇👇
                                                       
 
                                                                                                     
                                                                                                     
                                                                                                     
                                                                                                     
                                                                                                     
                                                                                                     
                                                                                                     
                                                                                                     
                                                                                                     
                                         
   
   
   
   
     
   
   
  