
23/08/2025
Cada movimiento en mi mundo interior tiene un eco en el mundo que me rodea. Cada vez que transformo mis pensamientos, mi realidad cambia; cada vez que transformo mis emociones, mi experiencia vital adquiere un nuevo matiz. Mi universo externo no es ajeno a lo que ocurre en mi interior: es un reflejo fiel de lo que pienso, siento y creo posible para mí.
Si decido contemplar la vida desde la gratitud, la belleza, el amor, la abundancia y la compasión, entonces atraigo experiencias que multiplican esas mismas cualidades. La manera en que elijo responder a cada situación define la calidad de mi realidad. Al abrir mi corazón a la prosperidad y confiar en que el bien se manifiesta, mi vida fluye con mayor plenitud y sentido.
Cuando cultivo dentro de mí la paz, la armonía y la claridad, mi entorno comienza a vibrar en la misma frecuencia. Al alimentar mi ser con confianza, esperanza y amor, siembro las semillas de un mundo externo más justo, próspero y luminoso. La abundancia no solo se mide en bienes materiales, sino en la riqueza de mi espíritu, en las relaciones auténticas y en las oportunidades que me guían hacia mis sueños.
Mi mundo exterior es el espejo de mi alma. Si en mi alma hay luz, amor, prosperidad y sabiduría, ese será el paisaje que contemple fuera de mí. Cada pensamiento elevado, cada emoción noble y cada acción consciente construyen un entorno más pleno y más abundante.
Que mi mundo interior florezca como un jardín fértil de amor, luz y prosperidad infinita, y que ese jardín se refleje en una vida exterior colmada de paz, abundancia, armonía y vitalidad. Así, cada día me acerco más a una existencia plena, en la que mis valores y mis sueños se convierten en una realidad tangible, llena de propósito y bendiciones.
Paty Cabieses
Master Reiki
WA: https://bit.ly/3HJmIeK