06/08/2025
El tanto tiempo olvidado…
Y ahora tan famoso CBD (cannabidiol).
Durante décadas permaneció en el olvido, eclipsado por el THC, el componente psicoactivo que hizo conocida a la planta del cannabis; sin embargo, el CBD —abreviatura de cannabidiol— ha cobrado un protagonismo creciente en el mundo médico y científico.
Se trata de uno de los más de 113 cannabinoides identificados hasta la fecha en el Cannabis sativa; fue aislado por primera vez en 1940 y hoy representa hasta el 40 % del extracto total de la planta.
A diferencia del THC (tetrahidrocannabinol), el CBD no produce efectos psicoactivos ni eufóricos; su valor terapéutico ha sido motivo de investigaciones que, aunque aún requieren mayor profundidad en ciertos campos, ya muestran resultados clínicos significativos en múltiples frentes.
Varias instituciones científicas de prestigio han logrado sintetizar y aislar el cannabidiol con pureza farmacéutica, permitiendo su estudio en formulaciones seguras, controladas y estandarizadas.
Actualmente, existen medicamentos aprobados por agencias como la FDA y la EMA que lo utilizan para tratamientos específicos; uno de sus principales atributos es su efecto antiinflamatorio, vinculado a su interacción con receptores del sistema endocannabinoide, particularmente los receptores CB2 que modulan la respuesta inmunológica.
Este mecanismo lo vuelve especialmente útil en enfermedades reumáticas, artritis y afecciones crónicas de origen inflamatorio.
No obstante, su potencial no se agota ahí.
Hay investigaciones en curso, con resultados preliminares alentadores, que vinculan al CBD con:
- Mejor calidad de sueño, al modular ritmos circadianos y reducir la hiperactivación del sistema nervioso simpático.
- Optimización de la cicatrización, por su capacidad de reducir el estrés oxidativo y mejorar la respuesta tisular.
- Disminución de la presión arterial sistólica en situaciones de estrés, según estudios controlados a corto plazo.
Estas observaciones aún deben consolidarse con mayor número de ensayos clínicos, pero abren una línea de exploración terapéutica legítima; a lo largo de décadas de investigación, los beneficios del CBD se han documentado en múltiples patologías, incluyendo:
✔ Dolor crónico, tanto nociceptivo como neuropático, gracias a su capacidad de modular la percepción del dolor a nivel central y periférico.
✔ Enfermedades autoinmunes, como la artritis reumatoide, al disminuir los mediadores inflamatorios proinflamatorios como IL-6, TNF-α y prostaglandinas.
✔ Cáncer de mama, donde algunos estudios han demostrado que el CBD reduce la proliferación de células tumorales y la metástasis, al inhibir la expresión del gen Id-1, involucrado en la invasión celular.
✔ Náuseas y vómito, especialmente en pacientes en quimioterapia, al actuar sobre los receptores serotoninérgicos 5-HT1A.
✔ Trastornos neurológicos como epilepsia, esclerosis múltiple y fibromialgia, donde ha mostrado mejorar la frecuencia y severidad de los episodios dolorosos o convulsivos.
✔ Trastornos del estado de ánimo, como ansiedad, depresión y estrés crónico, con una modulación de la respuesta del eje HPA (hipotálamo-hipófisis-adrenal) y el aumento de anandamida.
✔ Síndromes metabólicos, en especial cuando coexisten obesidad, hipertensión y resistencia a la insulina.
✔ Trastorno de estrés postraumático (TEPT) y alcoholismo, sobre todo en la fase de mantenimiento de la abstinencia, donde reduce el craving (urgencia por consumir) y los flashbacks.
✔ Enfermedades gastrointestinales inflamatorias, como gastritis o colitis, con una mejora clínica en síntomas y marcadores inflamatorios.
✔ Dermatitis y otras enfermedades inflamatorias crónicas de la piel, por su efecto inmunomodulador tópico.
✔ Incremento de la atención y el estado de alerta, según ciertos estudios piloto en adultos mayores sin deterioro cognitivo.
✔ Acné severo, al reducir la producción sebácea y la inflamación folicular.
Con un listado tan amplio de beneficios documentados, es natural que surjan cuestionamientos.
Y es que, en medicina, siempre debemos mantener el escepticismo razonable; no existen sustancias milagrosas ni panaceas universales.
Pero el cannabidiol se ha ganado su lugar como una herramienta terapéutica emergente de interés clínico real.
El detalle que muchos médicos aún desconocen es que todos los seres humanos poseemos un sistema endocannabinoide, con receptores distribuidos por todo el cuerpo (cerebro, sistema digestivo, piel, sistema inmune, entre otros).
Este sistema regula procesos tan variados como la percepción del dolor, el apetito, el sueño, el estado de ánimo y la inflamación; cuando se estimula de forma adecuada, puede contribuir al equilibrio fisiológico —la llamada homeostasis—.
En nuestra práctica clínica, ya estamos incorporando el uso de CBD en gotas, en presentación de uso matutino y nocturno; en pacientes con tratamiento reumatológico en curso, su integración al protocolo terapéutico ha mostrado favorecer la absorción y el efecto de medicamentos convencionales.
Por supuesto, nunca lo utilizamos como sustituto, sino como complemento, dentro de una estrategia médica integral, con seguimiento y evaluación responsable.
El CBD no viene a reemplazar tu tratamiento, sino a potenciarlo de forma consciente y científica.
¿ ... qué te parece ?