24/11/2025
La microbiota alterada en niños con autismo ha despertado un creciente interés científico, especialmente porque diversos estudios sugieren que el intestino y el cerebro mantienen una comunicación constante. Según el estudio publicado en Neuroscience, esta conexión parecería influir en el comportamiento y la salud mental.
Los investigadores observaron que muchos niños con autismo, TDAH y anorexia experimentan cambios en su microbiota intestinal. Estos cambios, conocidos como “desequilibrios microbianos”, podrían afectar procesos como la digestión, la regulación del apetito y, posiblemente, el estado emocional.
Además, el estudio revela que estas variaciones no son aisladas: existe un patrón repetitivo de desequilibrio que aparece en los tres trastornos. Esto abre nuevas preguntas sobre cómo el intestino podría influir en la conducta y el bienestar psicológico.
La microbiota intestinal es una comunidad de microorganismos que participan en funciones vitales. De acuerdo al estudio, los niños con autismo, TDAH y anorexia comparten un aumento de bacterias como Bacteroidetes y Escherichia, junto con una reducción de bacterias beneficiosas como Bifidobacterium.
Este patrón común se interpreta como un desequilibrio intestinal en TDAH y anorexia, donde también se ven disminuciones de bacterias que producen sustancias antiinflamatorias esenciales para la salud del intestino. Así, estas alteraciones podrían afectar señales químicas que viajan hacia el cerebro.
Los científicos también encontraron que, aunque cada trastorno presenta características propias, existe un núcleo compartido de disbiosis. Esto sugiere que ciertos microorganismos podrían actuar como moduladores del comportamiento y las emociones.
Cambios bacterianos clave en autismo
En el caso del autismo, el estudio describe una microbiota alterada en niños con autismo caracterizada por menos diversidad microbiana. Esto significa que el ecosistema intestinal es menos estable, lo cual podría facilitar la aparición de molestias gastrointestinales y conductas alimentarias selectivas.
Por ejemplo, se identificó un aumento notable de bacterias Escherichia/Shigella y una reducción de bacterias que suelen favorecer un estado intestinal saludable, como Actinobacteriota y Ruminococcus. Este hallazgo coincide con lo reportado en investigaciones anteriores.
Además, varios niños con autismo mostraron una elevación en el cociente Bacteroidetes/Firmicutes, un indicador común en estudios de disbiosis. Estos resultados aportan evidencia adicional sobre la conexión entre microbiota y síntomas conductuales.
Cambios microbianos en TDAH infantil
En los niños con TDAH, los investigadores hallaron una reducción de bacterias del grupo Firmicutes, consideradas fundamentales para mantener la estabilidad intestinal. Paralelamente, observaron niveles más altos de Escherichia, un patrón que también aparece en el autismo.
Este desequilibrio intestinal en TDAH y anorexia podría influir en neurotransmisores y hormonas que regulan la atención, el apetito y la impulsividad. Aunque aún no hay respuestas definitivas, los datos apoyan la hipótesis de que la microbiota participa en estos procesos.
Asimismo, se registró una disminución de Faecalibacterium, una bacteria conocida por su rol antiinflamatorio. Su reducción podría favorecer un ambiente intestinal más irritable, lo que afectaría el bienestar general del niño.
Microbiota en anorexia nerviosa infantil
Las niñas con anorexia presentaron un perfil microbiano particularmente alterado. El estudio publicado en Neuroscience reportó una caída marcada de bacterias Firmicutes y un aumento de Proteobacteria, Cyanobacteria y Verrucomicrobiota.
Este tipo de microbiota alterada podría afectar la regulación del apetito, especialmente porque varias de estas bacterias están asociadas con la producción o modulación de hormonas que regulan la saciedad, como PYY, leptina y ghrelina.
Los niveles de estas hormonas fueron significativamente más bajos en las niñas con anorexia, lo cual podría intensificar la restricción alimentaria y agravar el trastorno. Esto muestra cómo intestino y cerebro actúan de manera interconectada.
Hormonas de saciedad y conducta alimentaria
El estudio también analizó hormonas que regulan el apetito y la sensación de saciedad. Los niños con TDAH mostraron niveles reducidos de PYY, una hormona clave para indicar plenitud después de comer.
En la anorexia, las niñas presentaron niveles bajos de PYY, leptina y ghrelina, un conjunto hormonal que puede intensificar la restricción alimentaria. Curiosamente, algunas bacterias intestinales estaban estrechamente relacionadas con estas hormonas.
Por ejemplo, las bacterias Cyanobacteria y Verrucomicrobiota mostraron vínculos directos con las hormonas de saciedad, lo cual ayuda a comprender por qué surgen ciertos patrones alimentarios en estos trastornos.
Conclusión
Estos hallazgos refuerzan la idea de que el intestino y el cerebro están profundamente conectados. El presente estudio demuestra que los niños con autismo, TDAH y anorexia comparten un patrón común de disbiosis que podría influir en su desarrollo emocional y conductual.
Aunque aún queda mucho por investigar, esta evidencia abre la puerta a nuevas estrategias terapéuticas que consideren la salud intestinal como un componente clave del bienestar psicológico.
Descubren que los niños con autismo, TDAH y anorexia tienen un desequilibrio de la microbiota intestinal.
11/19/2025 👤 Michael Maldonado