22/09/2025
El apego entre madres e hijos no solo moldea los vínculos futuros, también deja huellas visibles en el cerebro en desarrollo. Investigadores del Instituto Weizmann, en Israel, han demostrado que la oxitocina desempeña un papel clave para que las crías aprendan a adaptarse a la separación y a reforzar la unión al reencuentro. El trabajo, publicado en Science, ofrece claves inéditas para comprender el desarrollo emocional temprano.
El apego entre madres e hijos no solo moldea los vínculos afectivos futuros, también deja huellas visibles en el cerebro en desarrollo. Investigadores del Instituto Weizmann, en Israel, han demostrado que la oxitocina desempeña un papel clave para que las crías aprendan a adaptarse a la separación y a reforzar la unión al reencuentro. El trabajo, publicado en Science, ofrece claves inéditas para comprender el desarrollo emocional temprano.
Una técnica pionera para mirar dentro del cerebro
El equipo liderado por Ofer Yizhar diseñó un método no invasivo que permite silenciar neuronas específicas en crías de ratón sin alterar su vida diaria. Gracias a una proteína sensible a la luz, pudieron “apagar” células cerebrales con simples destellos rojos. Esta herramienta resultó esencial para estudiar la acción de la oxitocina en situaciones sociales concretas.
Oxitocina y la prueba de la separación
Los científicos separaron temporalmente a crías de sus madres y analizaron sus reacciones. Cuando el sistema de oxitocina funcionaba, los pequeños se calmaban progresivamente y reducían sus vocalizaciones —el equivalente al llanto humano—. En cambio, al silenciar la hormona, los animales no lograban adaptarse: continuaban emitiendo llamadas de socorro hasta el reencuentro.
El cerebro infantil guarda huellas del apego: la oxitocina explica cómo los niños enfrentan la separación
Oxitocina y la prueba de la separación
Los científicos separaron temporalmente a crías de sus madres y analizaron sus reacciones. Cuando el sistema de oxitocina funcionaba, los pequeños se calmaban progresivamente y reducían sus vocalizaciones —el equivalente al llanto humano—. En cambio, al silenciar la hormona, los animales no lograban adaptarse: continuaban emitiendo llamadas de socorro hasta el reencuentro.
Este resultado confirma que la oxitocina no solo promueve la sociabilidad, sino que regula la resiliencia frente a la soledad y el estrés de la separación.
El lenguaje oculto de las vocalizaciones
Al reencontrarse con sus madres, las crías mostraron un patrón sorprendente. Emitían sonidos agudos y rápidos antes de aferrarse al p***n, y llamadas más graves y pausadas después, lo que sugiere una transición del pedido de cercanía a la calma tras recuperarla. La activación del sistema de oxitocina aumentó la intensidad de estas vocalizaciones, revelando un código emocional más complejo de lo pensado.
Diferencias tempranas entre machos y hembras
El estudio también detectó la primera evidencia de que la oxitocina actúa de manera distinta según el s**o en etapas muy tempranas. Las crías hembras con un sistema activo emitían más llamadas al reunirse con sus madres, mientras que en los machos no se observaron variaciones. Esta diferencia podría explicar por qué niños y niñas muestran patrones emocionales distintos mucho antes de la pubertad.
Implicaciones para la salud emocional humana
Comprender cómo la oxitocina interviene en el apego temprano ofrece pistas valiosas para explicar qué ocurre en trastornos como el espectro autista. Además, sugiere que apoyar este sistema en etapas tempranas podría favorecer un desarrollo emocional más equilibrado.
El hallazgo confirma que el apego no solo se siente: se escribe, literalmente, en la arquitectura del cerebro infantil.
Fuente: Infobae.