15/06/2025
✨️La huella del padre en el mundo interno de una mujer✨️
Desde la perspectiva cognitivo-conductual, sabemos que las experiencias tempranas moldean no solo lo que pensamos, sino también cómo actuamos, sentimos y nos relacionamos. En este sentido, la figura paterna tiene un peso emocional y simbólico profundo en la construcción de la identidad, el autoestima y la forma en que una mujer se vincula con los demás y consigo misma.
El padre representa, desde lo simbólico, el mundo externo: la autoridad, la validación externa, el permiso para crecer, explorar y ocupar espacios. Cuando la figura paterna está presente de manera segura, afectiva y constante, ayuda a que la niña interior se sienta merecedora de amor, de éxito, de reconocimiento, y con derecho a tomar decisiones autónomas. Se fortalece así el autoconcepto, se reduce la autocrítica desmedida y se cultiva una confianza que sirve como motor interno para atreverse a ir por la vida sin miedo al rechazo.
Pero, ¿qué ocurre cuando esa figura está ausente, es indiferente, rígida, agresiva o inestable?
El cerebro infantil empieza a crear creencias nucleares del tipo:
❤️🩹“No soy lo suficientemente valiosa para que me amen.”
❤️🩹“No puedo confiar en los hombres / la autoridad.”
❤️🩹“Debo esforzarme el doble para que me vean.”
❤️🩹“El amor siempre duele o decepciona.”
Estas creencias generan esquemas mentales rígidos que se activan una y otra vez en la adultez, especialmente en relaciones de pareja, laborales o incluso en el autocuidado. Muchas mujeres que han tenido un vínculo dañado o ausente con su figura paterna presentan dificultades para poner límites, tienden a buscar validación externa constantemente, y suelen entrar en patrones de relaciones codependientes o de autoexigencia crónica.
Desde la conducta, se observa una tendencia a evitar la confrontación, miedo a ser rechazadas por figuras masculinas o de autoridad, o lo contrario: rebeldía, lucha constante por probar su valía, o relaciones conflictivas donde se repite una herida no sanada.
Desde la psicología cognitivo-conductual, sanar esta herida implica:
Identificar los pensamientos automáticos y creencias disfuncionales heredadas del vínculo con el padre.
Cuestionar y reestructurar esas creencias.
Generar nuevas experiencias emocionales correctivas, muchas veces a través de relaciones más seguras y el trabajo terapéutico.
Aprender a ofrecerse a sí misma la validación, el amor y la protección que quizás faltó.
Este proceso permite dejar de vivir bajo la sombra del padre —de su ausencia, su dureza o su falta de mirada— para convertirse en una mujer que se valida, se elige y se honra.
¿Qué creencias sobre ti misma crees que se originaron a partir de tu relación con tu papá?