03/01/2025
Interconducta de amor : una propuesta conceptual
Desde la perspectiva interconductual, el amor no es algo abstracto ni esencialista: es una interacción profundamente contextual y singular entre dos personas. Lo que lo distingue, y lo hace fascinante, es que no se trata simplemente de cualquier tipo de comportamiento, sino de una relación marcada por su afectividad (la conexión emocional) y su eficacia (la forma en que esas emociones se traducen en acciones concretas y específicas).
El amor, en este enfoque, no surge "en el aire" ni se aplica universalmente a cualquiera. ¡No es un sentimiento genérico! Según esta visión, el amor ocurre porque cada persona tiene un estilo interactivo único, moldeado por su biografía reaccional (una forma particular de responder al mundo, que incluye gustos, experiencias y tendencias). Así, no amamos a cualquiera que se cruce por la calle; amamos a quienes resuenan con nuestra forma de ser. En palabras de Kantor (1982): “El amor es el resultado de una interconducta idiosincrásica”.
Además, este enfoque es inclusivo: abarca el amor romántico, pero también el filial (padres, hijos, abuelos…), siempre que las interacciones sean íntimas y singulares. Incluso el poliamor encuentra cabida aquí; sin embargo, la relación poliamorosa no implica amar "a un grupo", sino a varios individuos, cada uno con su propia singularidad. ¿Qué significa esto? Que las interacciones afectivo-eróticas se dirigen a personas específicas, dado que la intimidad necesaria para amar es difícil de establecer en interacciones masivas o genéricas.
El amor, según esta visión, tiene una dimensión tanto morfológica como funcional: se manifiesta en formas específicas de interacción, lenguaje, comunicación, sexualidad, cooperación…, que reflejan las características únicas de las personas involucradas. Por ejemplo, en las relaciones monógamas, los celos surgen cuando las "reglas lingüísticas" que sustentan la relación son transgredidas. En este caso, los celos se entienden como el malestar ante el comportamiento del amado hacia un tercero, pues en este contexto se espera exclusividad.
Finalmente, el amor no es un "concepto elevado" que solo puede ser comprendido desde la filosofía o la poesía; es un fenómeno observable, pleno de matices y profundamente arraigado en el contexto social, cultural e individual. Es un evento dinámico, que cobra sentido solo en las circunstancias particulares de quienes lo experimentan y lo transforman… ¡En suma, el amor es un acto de singularidad compartida!.