14/05/2025
El es un movimiento armónico y coordinado donde los bebés se desplazan en cuatro puntos, apoyando sus manos y rodillas, que acontece aproximadamente entre los 6 y los 9 meses de edad.
Existen una serie de beneficios que el gateo proporciona, por ejemplo:
1. Desarrolla el patrón cruzado; es decir, la función neurológica que hace posible el desplazamiento corporal organizado y el equilibrio del cuerpo humano. Esto implica que el brazo derecho se sincronice con el pie izquierdo y viceversa.
2. Desarrolla el sistema vestibular. Es muy importante para activar la emisión de señales de los dos laberintos del oído al cerebelo. Este permite que el bebé desarrolle su percepción; así, podrá saber dónde están cada uno de los puntos de su propio cuerpo.
3. Desarrolla la convergencia visual. El bebé, al mirar al suelo para colocar la mano o la rodilla, desarrolla el proceso de convergencia. Es decir, es cuando el bebé enfoca ambos ojos en un punto que atrae su interés. Se sabe, por estudios optométricos, que el gateo influye bastante en evitar problemas visuales en el futuro.
4. Pone a prueba e integra funciones táctiles. El niño registra sensaciones táctiles de la palma. Esto tiene una serie de ventajas de motricidad fina que luego influirán en la escritura.
5. Permite determinar el espacio que le rodea, con lo cual motiva su desarrollo neurológico, obteniendo información del ambiente, que le permitirá ejecutar una interacción social.
6. Ayuda a desarrollar la ‘dominación hemisférica’, proceso por el cual se incrementan las habilidades de los niños.
7. Desarrolla la coordinación cerebral ojo-mano. Cuando el niño gatea se establece entre ambos una distancia similar a la que más adelante habrá entre ojo y mano, a la hora de leer y escribir. Por tanto, el gateo favorece decisivamente la aparición temprana de las dos funciones -leer y escribir- con los beneficios adicionales que ello conlleva intelectualmente.