Psicólogo en adicciones

Psicólogo en adicciones Kalefh Bañuelos, psicólogo especialista en adicciones y dependencia emocional. Diceros diplomados, talleres, cursos en adicciones. Formé parte de grupos AA.
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Desde el enfoque clínico y psicoanalítico te acompaño a comprender tu historia, sanar heridas y construir una vida con mayor libertad y sentido Licenciatura en psicología, cuento con una maestría en psicología clínica y de la salud. De la misma forma he tenido la oportunidad de dar conferencias acerca de temas de adicciones.

Lee con atención la reflexión 👇“Te amo porque te necesito”Hay una frase que escucho mucho en consultorio, aunque nadie l...
25/11/2025

Lee con atención la reflexión 👇

“Te amo porque te necesito”

Hay una frase que escucho mucho en consultorio, aunque nadie la dice así de frente:
“Te amo porque te necesito.”

Y ahí, justo ahí, se rompe la línea entre el amor y la dependencia… entre el vínculo y la cadena.

Para el adicto, esta frase es casi un credo interno.
No ama desde la libertad… ama desde la carencia.
Ama porque necesita sostenerse en alguien para no caer.
Ama porque teme, no porque elija.

Y también lo digo con claridad:
el codependiente vive lo mismo.
Necesita al otro para sentirse útil, valioso, indispensable.
Por eso se aferra, rescata, se desgasta… porque confunde necesidad con amor.

“Cuando el ‘te amo’ lleva escondido un ‘no me abandones’, ya no es amor… es miedo.”

Erich Fromm decía que amar es un acto de libertad, no de carencia.
Pero en el mundo de las adicciones, el amor muchas veces nace herido:
El adicto busca una madre en su pareja.
La pareja busca un sentido en el dolor del adicto.
Y ambos se quedan atrapados en un círculo donde no se aman… se consumen.

He visto madres que dicen:
“Lo amo tanto que haría todo por él.”
Y lo hacen: pagan, encubren, rescatan, mienten, sostienen.
Pero, en silencio, también necesitan sentirse necesarias para él.
Porque si dejan de salvarlo… ¿quiénes serían?

En la dependencia, ninguno ama: uno se hunde… y el otro lo acompaña.

El adicto no dice “te necesito” por cariño.
Lo dice porque el vacío interno lo asfixia y el otro funciona como oxígeno emocional.
Y el codependiente dice “te amo” porque tiene miedo de enfrentar su propia soledad.

Es un pacto silencioso:
Uno necesita ser salvado.
El otro necesita salvar.
Pero ninguno está realmente amando.

El amor sano es otra cosa.
El amor sano elige.
El amor sano sostiene sin anular.
El amor sano acompaña sin cargarte.
El amor sano dice “te amo” desde la libertad, no desde el miedo.

No confundas amor con necesidad.
Porque lo que nace del miedo, siempre termina rompiéndose.

Kalefh

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24/11/2025

El adicto es el hijo NO nacido

Vale la pena leerlo 👇El adicto no quiere m0rir… quiere no sentir.Hay algo que muchos no entienden:El adicto no busca la ...
24/11/2025

Vale la pena leerlo 👇

El adicto no quiere m0rir… quiere no sentir.

Hay algo que muchos no entienden:
El adicto no busca la mu3rte… busca silencio.

Cuando una madre le dice a su hijo: “Te estás destruyendo”, no imagina que para él esa destrucción no es mu3rte…
es alivio.
Es la fantasía de volver a un lugar donde nada duele: el vientre materno.

Ahí no había culpas.
No había vergüenza.
No había ruido.
Solo quietud.

La sustancia hace eso:
lo adormece, lo envuelve, lo anestesia.
Lo regresa —aunque sea por segundos— a un estado donde no hay emociones que queman por dentro.

Un chico en consultorio me dijo una vez:
“Cuando consumo no siento ni mi propio nombre… y eso es descanso para mí.”
No habló de placer.
Habló de no sentir.

Porque sí:
el adicto quiere vivir… pero sin dolor.
Y la mente le susurra que la forma más rápida de lograrlo es apagándose poquito a poquito.

Por eso no escuchas miedo en su voz cuando consume:
Escuchas cansancio.

El adicto no huye de la vida… huye del dolor que nadie vio.

Y aquí va lo más confrontante para los familiares:
No lo vas a ayudar diciendo “te estás mat@ndo”, porque él no lo vive así.
Lo vas a ayudar cuando mires lo que está tratando de anestesiar.

Porque ningún adicto quiere desaparecer.
Lo que quiere es apagar el incendio interno que lo quema todos los días.

Tu hijo no quiere m0rir… quiere descansar. Tu tarea no es rescatarlo del consumo: es ayudarlo a nacer por primera vez.

Kalefh

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23/11/2025

Transmisión en vivo Mañana a las 4pm.
Tema: El adicto es un hijo NO nacido.

Transmisión en vivo mañana a las 4pm hora México.Tema: El adicto es el hijo NO nacido  Ayudame reaccionando, compartiend...
23/11/2025

Transmisión en vivo mañana a las 4pm hora México.
Tema: El adicto es el hijo NO nacido



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Cómo sufre un padre al ver a su hijo adictoDolor silencioso:Muchos padres sienten culpa y miedo, pero no siempre lo mues...
23/11/2025

Cómo sufre un padre al ver a su hijo adicto

Dolor silencioso:
Muchos padres sienten culpa y miedo, pero no siempre lo muestran. Pueden guardarse lágrimas y ansiedad, tratando de “mantener la calma” para la familia.

Sentimiento de fracaso:
Piensan que “no supieron proteger, educar o guiar” a su hijo, lo que genera culpa constante y autocrítica.

Miedo al futuro:
Temen por la vida de su hijo, por su seguridad, y por el impacto que la adicción tendrá en la familia y el hogar.

Frustración y rabia:
Ver al hijo caer repetidamente en el consumo genera impotencia y enojo que se mezclan con amor y preocupación.

Soledad emocional:
Aunque la madre exprese más el dolor, muchos padres lo viven internamente, sintiendo que no pueden compartir su miedo sin “verse débiles”.

🔹 Diferencias con el sufrimiento de la madre

Madres: suelen expresar más el miedo, la culpa y el llanto; se involucran emocionalmente con más intensidad diaria.

Padres: sufren, pero muchas veces de manera más interna, con rabia, frustración y sentimiento de responsabilidad.

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Déja tu respuesta. Voy a responder todos los comentarios.¿Qué te impide soltar a tu ser amado? WhatsApp 443 227 1958
23/11/2025

Déja tu respuesta. Voy a responder todos los comentarios.
¿Qué te impide soltar a tu ser amado?

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Lee está información. Te va a servir 👇EL ADICTO QUIERE SER AMADO COMO UN NIÑOEl adicto no pide amor… pide que lo quieran...
22/11/2025

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EL ADICTO QUIERE SER AMADO COMO UN NIÑO

El adicto no pide amor… pide que lo quieran como cuando era niño: sin condiciones, sin límites y sin consecuencias.

Cuando hablamos de adicción, muchos se sorprenden al descubrir que, detrás del consumo, hay una necesidad infantil que nunca maduró. Erich Fromm decía que el amor adulto implica cuidado, responsabilidad, respeto y conocimiento. Pero el amor que pide un adicto no es ese… es un amor más antiguo, más primitivo, más demandante. Un amor que busca ser sostenido, no acompañado. Un amor que pide refugio, no crecimiento.

Desde una mirada profundamente humana vemos que el adicto arrastra una herida infantil: el miedo a no ser suficiente para recibir cariño. Por eso, cuando la vida le exige madurez, él regresa emocionalmente a ese lugar donde solo quería que lo abrazaran para que todo se calmara.

El adicto no quiere que lo ayuden… quiere que lo carguen.

Y aquí está la trampa: ese amor infantil que pide es imposible de darle a un adulto. Porque un amor sin límites, sin frustración, sin responsabilidad, no es amor… es regresión. Fromm lo explica bien: amar no es satisfacer deseos infantiles, sino ayudar al otro a crecer, incluso cuando duele.

El adicto muchas veces siente que el mundo le debe ese amor que no tuvo, o que tuvo a medias. Y busca que alguien —una madre, una pareja, un amigo, incluso la sustancia— cumpla esa función de “amor-mamá”, ese amor que calma sin pedir nada a cambio.

Por eso, cuando alguien lo confronta, él lo vive como abandono.
Cuando alguien le pone límites, lo vive como rechazo.
Cuando alguien le dice “es tu responsabilidad”, lo vive como traición.

No porque sea malo, sino porque su corazón sigue pidiendo un amor infantil… mientras su cuerpo vive en un mundo adulto.

El adicto busca amor… pero necesita vínculos.

La adicción nace donde hubo amor, pero no hubo sostén emocional suficiente. No es culpa de nadie: es la historia que se tejió.
Sin embargo, la salida sí depende del hoy: de construir un amor adulto, uno que no rescata sino acompaña, uno que no carga sino fortalece.

Un amor que dice:
“Te quiero… pero no haré tu trabajo por ti.”
“Estoy contigo… pero no voy a salvarte.”
“Te acompaño… pero la decisión es tuya.”

Ese amor es el que sana.
Ese amor convierte la dependencia en responsabilidad.
Ese amor ayuda a que el adicto deje de buscar la infancia perdida y empiece a construir su propia adultez.

El adicto quiere ser amado como un niño… pero solo se recupera cuando aprende a amarse como un adulto.

Kalefh

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22/11/2025
Les invito a leer está información 👇El vínculo y el amor no son lo mismoPuedes querer con todo el alma y, sin embargo, n...
22/11/2025

Les invito a leer está información 👇

El vínculo y el amor no son lo mismo

Puedes querer con todo el alma y, sin embargo, no haber tejido un vínculo que cure.

Mucha gente piensa que la adicción nace por falta de amor. Yo lo escucho todos los días y entiendo de dónde viene ese consuelo: el amor suena como solución fácil. Pero la verdad clínica y humana es otra y conviene decirla con claridad: la adicción no aparece por ausencia de amor, sino por la calidad del vínculo que se tuvo con quienes cuidaron.

¿Qué diferencia hay entre amar y vincular? Amar es un sentimiento —intenso, noble, a veces ciego—; el vínculo es una estructura cotidiana: cómo te miraron, cómo te respondieron cuando lloraste, quién te calmó las noches de miedo, quién sostuvo tus pasos cuando ibas a caer. El amor puede existir en palabras y en deseos; el vínculo se construye en acciones pequeñas y repetidas que enseñan al niño a regular su angustia y a confiar.

Amar no basta; hay que enseñarle al otro a vivir con el mismo amor.

Un hogar puede estar lleno de buenas intenciones y aún así crear vínculos frágiles: una madre que trabaja y ama pero llega exhausta, un padre que provee pero no escucha, un silencio que se transforma en norma. Esos huecos, esas respuestas inconsistentes, condicionan cómo la persona aprende a calmarse. Y cuando la vida exige sentir dolor o responsabilizarse, algunos cuerpos no tienen otra herramienta que la que aprendieron: buscar un alivio externo —una sustancia, una conducta— que los calme inmediatamente.

Vemos que la adicción es una estrategia de supervivencia emocional: no es elegir mal, es intentar reparar una carencia relacional con lo que está a mano. Por eso, decirle a una madre “te hizo falta amar” es simplificar y, a veces, culpabilizar injustamente. Lo que toca mirar es cómo fueron las respuestas tempranas: ¿me atendían cuando lloraba? ¿me ayudaban a nombrar el miedo? ¿me enseñaron a tolerar la frustración?

Lo que cura no siempre es más cariño; muchas veces es una mirada que responde y un límite que enseña.

La buena noticia clínica es que los vínculos pueden rehacerse. La terapia, los grupos, la comunidad y las prácticas de acompañamiento trabajan precisamente en eso: en ofrecer experiencias nuevas donde la persona aprende que puede pedir, recibir y tolerar sin depender de una sustancia. No es magia: es repetición de respuestas distintas que, con tiempo, reconfiguran la manera de sentirse seguro en el mundo.

A las madres y padres que me leen: no los juzgo. No se trata de señalar culpables, sino de abrir caminos. Si te preguntas qué podrías hacer hoy, empieza por una cosa simple: escucha sin anticipar la defensa, responde con presencia y con límites claros; esas pequeñas constantes empiezan a transformar un vínculo frágil en una base donde la vida puede sostenerse sin anestesias.

Amar implica sentir; vincular implica enseñar a sanar. La adicción nos pide mirar ambas cosas.

— Kalefh

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