25/08/2025
El otro día una consultante después de contarme algo muy doloroso y casi a punto de cerrar la sesión me dijo: Dame permiso de vengarme.
Su frase me dejó pensando que es importante hablar de este sentimiento. A veces, cuando alguien nos hiere, surge en nosotros un deseo profundo de venganza. Es humano: nace de la rabia, del dolor y de la necesidad de justicia. Ese impulso nos recuerda que queremos que nuestro sufrimiento sea visto, reconocido y reparado.
Mirar con compasión ese deseo de venganza es un acto de valentía: reconocer que detrás de él hay una herida que pide cuidado, un corazón que necesita ser escuchado y sostenido.
No se trata de negar lo que sentimos, sino de abrazar esa emoción como parte de nuestra humanidad. Cuando lo hacemos, se abre la posibilidad de transformar el dolor en algo distinto: aprendizaje, límites claros y, con el tiempo, paz.
El deseo de venganza es humano. Busca lugares seguros para explorar esta emoción tan compleja y socialmente inaceptable.