04/03/2025
La indefensión aprendida es un fenómeno psicológico en el que una persona, después de experimentar repetidamente situaciones en las que no puede cambiar su entorno o evitar resultados negativos, aprende a creer que sus acciones no tienen efecto. Como resultado, deja de intentarlo, incluso cuando las circunstancias cambian y sí podría influir en ellas. Este patrón suele verse en personas que han pasado por experiencias de abuso, fracasos constantes o entornos donde su autonomía fue limitada.
En terapia, trabajar la indefensión aprendida implica desmontar esa creencia irracional de que “da igual lo que haga, nada cambiará”. Se hace a través de la evidencia y la experiencia. Primero, se identifican las situaciones concretas donde la persona siente que no tiene control. Luego, se cuestionan las interpretaciones que hace sobre ellas. No basta con decirle que “sí puede”; hay que demostrarlo con hechos. Se diseñan pequeños experimentos donde pueda probar que sus acciones generan cambios, aunque sean mínimos.
Se trabaja en la percepción de control, ayudando a la persona a diferenciar entre lo que sí depende de ella y lo que no. También se introduce la idea de que no tener control absoluto no significa no tener ningún control. Se le invita a tomar decisiones y evaluar sus resultados, generando una evidencia acumulativa de que su esfuerzo sí tiene impacto. Además, se refuerza la tolerancia a la frustración para evitar que pequeños fracasos confirmen la creencia de indefensión.
El lenguaje en terapia debe ser claro y directo. No se trata de suavizar el problema, sino de hacer ver que el cambio es posible y realista. No se habla en términos abstractos de “empoderamiento”, sino en acciones concretas y medibles. Se muestra que, aunque el pasado influyó en su aprendizaje, hoy puede elegir actuar diferente.