05/04/2025
El arte como herramienta auxiliar en la psicoterapia:
Reconocimiento de emociones en adolescentes
Hace unos días, una paciente me compartió algo que me pareció muy valioso. Mientras se desarrollaba la sesión, me contó con una sonrisa entre nostálgica y divertida que había visto una película. Mientras la miraba, comenzó a llorar. De pronto, eso que llevábamos varias sesiones trabajando por fin se reveló, sintió que por fin podía explicar cómo se sentía. Aquella película le ayudó a reconocer sus emociones.
Si bien, la base de estas reflexiones es precisamente esa, el cine como medio para explicar ciertos temas de psicoterapia. Aquel comentario me hizo reflexionar en algo que cobró mucha más fuerza: a veces, una película, una canción o una expresión artística pueden abrir puertas que la psicoterapia sola no puede forzar.
Uno de los mayores desafíos al trabajar con adolescentes y sus emociones es que muchos de ellos llegan a consulta sin saber cómo expresar lo que sienten. No es que no tengan emociones; al contrario, muchas veces sienten de forma muy intensa, pero no tienen las herramientas para ponerle nombre a ese torbellino de sensaciones. Y cuando no podemos expresar lo que sentimos, el trabajarlo se vuelve más complicado.
Y veamos, el trabajo del psicoterapeuta no se basa solo en generar un aprendizaje en el paciente que facilite la modificación de los patrones de conducta disfuncionales, los consultantes deben comprender, quizás a un nivel menos técnico, lo mismo que el psicoterapeuta comprende. Con esto en mente, podemos entender que las emociones no son cosas que “tenemos”, sino conductas aprendidas. Son respuestas complejas que han sido moldeadas por nuestra historia, nuestras experiencias y nuestro contexto. Tienen una función adaptativa: nos informan sobre lo que está ocurriendo en nuestro entorno y nos preparan para actuar. Pero si no aprendimos a identificarlas o expresarlas de forma adecuada, muchas veces las evitamos, las reprimimos o las sacamos de forma desproporcionada.
Ahí es donde el arte en general entra como un recurso potente. Una película puede poner en imágenes lo que un adolescente aún no logra verbalizar. Una canción puede decir exactamente lo que siente, sin que él o ella tenga que explicarlo. Una historia puede reflejar un malestar que aún no se atreve a mirar de frente.
En psicoterapia, se pueden utilizar estas expresiones artísticas no solo como una herramienta de trabajo, sino como una vía legítima de reconocimiento emocional. Escuchar una canción y preguntarle al adolescente: “¿Te identificas con esa parte?”, o ver una escena de una película y decir: “¿Eso te ha pasado a ti?”, muchas veces genera una apertura que de otra forma sería muy difícil lograr.
Y ojo, ver una película, escuchar música o pintar un cuadro no te va a dar una solución mágica al problema, pero es posible que te ayude a marcar el norte en ese mapa que aún no puedes recorrer. Eso, en psicoterapia, se escucha como: “Esto es lo que siento. Esto es lo que me pasa. Ahora lo entiendo.” Y desde ahí, empezamos a trabajar con más claridad, con más conciencia.
Porque al final, no se trata solo de reconocer emociones por nombrarlas, sino de saber qué hacer con ellas. Y para eso, primero hay que encontrarlas.
Así que, la próxima vez que veas a un adolescente tararear una canción una y otra vez, llorar con una escena de película o hablar de una historia con la que se identificó, no lo minimices. Tal vez no es solo arte. Tal vez es su forma de reconocer y decirte que hay algo que necesitas saber.
Saludos
Psic. Roberto Luján Saldívar
Psicólogo Titular del Área de Emociones y Conducta en Adolescentes
Centro de Evaluación, Diagnóstico e Intervención Psicológica y Neuropsicológica