08/07/2025
“Todo estaba bien… hasta que llegaste tú.”
Y entonces estalló la tormenta que nadie vio venir.
Pero no es rebeldía. Ni berrinche. Ni drama.
Es amor.
Y es confianza.
¿Por qué pasa esto?
Muchos niños autistas se esfuerzan al máximo por “mantenerse regulados” durante el día. A veces en silencio, a veces conteniendo gestos, palabras, movimientos.
Ese esfuerzo enorme cobra factura… justo cuando aparece su figura de apego más profundo: mamá, papá, abuela, abuelo esa persona con quien pueden ser completamente ellos, sin filtros.
Porque contigo no tienen que fingir que están bien.
Contigo pueden soltar.
Porque eres su casa emocional.
Su lugar seguro.
La ciencia también lo explica:
Esto se conoce como "after-school restraint collapse" (colapso emocional tras contenerse todo el día). En autistas es común y puede ser más intenso, porque sus sistemas sensoriales y emocionales viven todo amplificado.
La explosión no ocurre porque les “falta carácter”, sino porque contigo sienten que no serán juzgados ni rechazados si se desbordan.
¿Qué puedes hacer para transformar esos reencuentros en momentos de conexión real?
Aquí algunas estrategias suaves, empáticas y pensadas para infancias autistas:
💞 1. Diseña un ritual de reencuentro predecible
Los niños neurodivergentes encuentran calma en lo que se repite. Crear un pequeño ritual ayuda a darles seguridad:
🫂 Un abrazo suave (solo si lo disfrutan)
👁 Mirada cariñosa o contacto visual tranquilo (si lo toleran)
🔑 Una frase siempre igual: “Hola, ya llegué. Estoy contigo.”
Puede hacerlo mamá, papá, o quien sea su figura estable. Lo importante es que se sienta confiable y constante.
⏳ 2. Anticipa y permite transiciones suaves
Cambiar de cuidador, de espacio o de ritmo puede ser abrumador.
Usa frases como:
📣 “En diez minutos vamos a ir al cuarto a descansar, ¿quieres elegir un libro para leer juntos?”
Usa pictogramas, relojes visuales o canciones de transición. Esto reduce la ansiedad del cambio.
🌊 3. Acompaña el desborde sin corregir
Si al verte llora, grita, se tira al piso o se aísla, no lo tomes como una falta de respeto.
Está soltando lo que aguantó durante horas.
No necesita sermones. Solo tu presencia.
Aunque no puedas tocarlo, aunque no diga una palabra, tu compañía en silencio le está diciendo:
“Estoy aquí. Y está bien sentir.”
🤝 4. Coordina con quien también lo cuida
Ya sea la abuela, el abuelo, una tía, guardería o su terapeuta… todos podemos hablar el mismo lenguaje.
No se trata de rigidez, sino de coherencia:
🌿 mismos ritmos
🌿 mismos límites claros
🌿 mismas frases de contención
Así no tendrá que adaptarse a un nuevo mundo cada vez que cambia de brazos.
⏰ 5. Tiempo exclusivo, diario, y sin condiciones
No importa si fue un mal día.
Dedica al menos 10-15 minutos de conexión pura: sin pantallas, sin “corregir”, sin metas.
Puede ser jugando con plastilina, viendo burbujas, escuchando música bajita.
Ese ratito no solo previene colapsos… sana.
Recuerda:
Tu hijo no se “porta peor” contigo.
Contigo se permite descansar.
Permite ser auténtico.
Permite expresar.
No estás haciendo nada mal.
Estás haciendo que se sienta a salvo.
Y por eso, aunque a veces llegue como un huracán,
vuelve a ti…
porque tú eres su refugio.
Mamá, papá, abuela, abuelo…
Esa persona que nunca lo suelta,
incluso cuando él se está cayendo.
Mi Corazón es Azúl 💙