04/12/2025
QUÉ ES LA RESISTENCIA A LA INSULINA Y CÓMO INFLUYE EN EL AUMENTO DE PESO
La resistencia a la insulina es un trastorno metabólico silencioso en el que las células del cuerpo —especialmente las del músculo, el hígado y el tejido adiposo— dejan de responder adecuadamente a la insulina, la hormona encargada de permitir la entrada de glucosa a las células para usarla como energía. Cuando esto ocurre, el páncreas debe producir cada vez más insulina para compensar esa falta de respuesta.
Este exceso de insulina en la sangre, conocido como hiperinsulinemia, tiene consecuencias directas en el metabolismo y es uno de los principales responsables del aumento de peso, especialmente en la zona abdominal.
En condiciones normales, la insulina ayuda a que el cuerpo utilice la glucosa. Pero cuando las células se vuelven resistentes, la glucosa no entra con facilidad y queda circulando en la sangre. Para “forzar” su entrada, el cuerpo incrementa la producción de insulina, lo que genera un círculo vicioso. Esta insulina elevada favorece el almacenamiento de grasa, reduce la capacidad de quemarla y promueve una mayor sensación de hambre, en especial por carbohidratos y azúcares.
Por eso, muchas personas con resistencia a la insulina aumentan de peso incluso comiendo poco, o sienten antojos intensos que dificultan mantener una dieta equilibrada.
La resistencia a la insulina también ralentiza el metabolismo. La alta insulina impide que el cuerpo utilice la grasa almacenada como energía, lo que dificulta la pérdida de peso. Además, favorece la inflamación, altera las hormonas del apetito (leptina y grelina) y afecta la función tiroidea, complicando aún más el control metabólico.
Todo esto puede manifestarse como aumento de peso, cansancio constante, somnolencia después de comer, dificultad para bajar de peso y acumulación de grasa abdominal, incluso en personas que no necesariamente consumen grandes cantidades de alimentos.
Entre los factores que predisponen a esta condición se encuentran la mala alimentación alta en azúcares y ultraprocesados, el sedentarismo, el estrés crónico, el mal sueño, la genética y el sobrepeso. Detectarla a tiempo mediante exámenes como la glucosa en ayunas, insulina basal y el índice HOMA-IR permite intervenir antes de que evolucione a prediabetes o diabetes tipo 2.
La buena noticia es que la resistencia a la insulina puede revertirse. Adoptar una alimentación baja en azúcares refinados y rica en fibra, aumentar la actividad física —especialmente el entrenamiento de fuerza—, mejorar el sueño y gestionar el estrés son pilares claves para recuperar la sensibilidad a la insulina y reducir el peso corporal. En algunos casos, el médico puede indicar medicamentos que ayuden en este proceso.
En conclusión, la resistencia a la insulina no solo afecta la glucosa: altera el metabolismo y facilita el aumento de peso, incluso sin comer en exceso.
Comprenderla es el primer paso para recuperar la energía, el equilibrio hormonal y la salud metabólica.
Porque cuando la insulina vuelve a funcionar bien, el cuerpo recupera su capacidad natural para quemar grasa y mantenerse en su peso ideal.