15/06/2025
"La mujer que volvió a nacer”
Hace tiempo conocí a una mujer que decía haber mu**to no físicamente, sino en lo más profundo de su ser.
Su voz temblaba mientras recordaba aquella relación en la que fue silenciada, apagada, minimizada. No eran gritos los que más le dolían, sino las palabras frías, las miradas que la atravesaban como si no existiera, la sensación constante de que no importaba lo que hiciera… nunca era suficiente.
Era una historia de amor, al menos eso pensó al principio. Pero se volvió tormenta. Una tormenta que arrasó con sus sueños, su autoestima, sus ganas de vivir.
Cuando llegó a terapia, dijo que en ese lugar, en esa relación, ella había mu**to.
Y no lo decía como una metáfora. Decía que había perdido su esencia, su brillo, su risa.
Pero lo que aún no sabía… es que también había sobrevivido.
Que en el fondo de toda esa oscuridad, había una parte suya que seguía resistiendo.
El proceso no fue fácil. Mirar sus heridas, reconocerlas, dolerse, enojarse… dejar de justificarlas. Comprender que su historia de vida la había hecho más vulnerable, pero no culpable. Que lo que vivió no era amor, era violencia psicológica.
Pudo ver que, muchas veces, el dolor se transformaba en sufrimiento porque no había tenido las herramientas para sanar.
Pero ahora las tenía.
Ahora tenía su voz.
Su espacio.
Su derecho a existir sin miedo.
Y entonces, poco a poco, volvió a nacer.
No como la mujer que era antes, sino como alguien nueva:
una mujer que se sabía digna, valiente, humana.
Sanar no es olvidar.
Sanar es volver a ti.
Es aprender a mirarte con compasión, a nombrar tus heridas sin vergüenza, a reconocerte sin juicios.
Sanar es el primer paso hacia una vida con salud mental.
Y en ese camino, no estás sola.