12/05/2025
¿Te acuerdas de las pastillas rosas y el enjuague que sabían a veneno? Nosotros sí. Y también recordamos quiénes las repartieron.
Durante las décadas de los 80, 90 y 2000, millones de niños mexicanos fueron sometidos a una política de salud pública que hoy debería preocuparnos. Nos dieron tabletas rosas, enjuagues que sabían a desinfectante, pastas con dosis tóxicas de flúor. Todo “por nuestro bien”. Pero los efectos… fueron para toda la vida.
¿Qué es el flúor y por qué fue tan promovido?
El flúor es un residuo industrial con propiedades bactericidas, que en dosis mínimas puede prevenir caries. Pero lo que no se dijo (o se ocultó) es que:
• El flúor atraviesa la barrera hematoencefálica.
• Interfiere con el desarrollo neurológico prenatal e infantil.
• Afecta la glándula tiroides incluso en dosis bajas.
• Se acumula en huesos, glándulas y cerebro.
En 2019, una revisión del National Toxicology Program (NTP) de EE.UU. concluyó que la exposición prenatal al flúor se asocia con reducciones en el coeficiente intelectual infantil, especialmente en varones.
En México, estudios del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) en comunidades con fluorosis muestran déficits cognitivos, problemas de atención y daños óseos severos en zonas de Guanajuato, Durango y San Luis Potosí.
¿Por qué lo repartieron entonces? ¿A quién beneficiaba?
Porque había intereses industriales detrás:
• El flúor es un subproducto de la industria del aluminio y los fertilizantes fosfatados.
• Empresas como Alcoa y DuPont necesitaban una narrativa positiva para su desecho tóxico.
• En EE.UU. lograron que se considerara “medicina preventiva” y exportaron ese modelo al mundo.
• En México, el programa de Salud Bucal Escolar se implementó sin consultar a los padres ni evaluar riesgos sistémicos.
¿Y qué dejó esa política?
Una generación:
• Con tendencia al hipotiroidismo desde la adolescencia.
• Con problemas de aprendizaje, atención y memoria de trabajo.
• Con cuerpos pesados, cerebros nublados y salud fragmentada.
Nos dijeron que éramos la “generación floja”.
No lo éramos. Éramos la generación fluorada.
¿Qué podemos hacer ahora?
1. Exigir estudios nacionales actualizados sobre los efectos del flúor en adultos que fueron niños en los años 90.
2. Detener la fluoración sistemática en zonas con agua ya fluorada naturalmente.
3. Eliminar el flúor de pastas dentales infantiles o regularlo por edad.
4. Iniciar demandas colectivas por violación al consentimiento informado.
5. Educar a madres y padres de hoy sobre alternativas seguras para la salud dental.
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¿Dónde está la justicia cuando el daño fue institucional, químico y silencioso?
Lo supieron. Lo aprobaron. Lo impusieron. Y ahora callan.
Fuentes:
1. Estudios del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP, México)
Estudio ELEMENT (Early Life Exposures in Mexico to Environmental Toxicants)
• Publicación: Environmental Health Perspectives, 2017
• Hallazgos: En mujeres embarazadas expuestas a flúor (vía agua potable), los hijos varones mostraron una disminución de hasta 6 puntos en el coeficiente intelectual (IQ) por cada 1 mg/L adicional de fluoruro en o***a materna.
• Importancia: Estudio longitudinal, con seguimiento desde el embarazo hasta los 12 años.
• Cita clave:
“Higher prenatal fluoride exposure was associated with lower scores on tests of cognitive function in offspring.”
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2. Revisión del National Toxicology Program (NTP, EE.UU.) – 2019 y 2022
• Organismo: Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU.
• Hallazgo: Existe “evidencia moderada a alta” de que la exposición al flúor durante el embarazo reduce el desarrollo cognitivo en niños.
• Importancia: Evaluación de más de 150 estudios en humanos y animales.
• Comentario clave:
“Consistent with evidence of IQ reductions in populations with higher fluoride exposure.”
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3. Estudio de Green et al., 2019 (Universidad de Toronto + INSP México)
• Publicación: JAMA Pediatrics
• Muestra: 601 madres e hijos en Canadá
• Hallazgos: Los niños cuyas madres consumieron más flúor durante el embarazo obtuvieron menores puntuaciones en pruebas de inteligencia verbal y general.
• Lo más relevante: El efecto se observó incluso con niveles de flúor dentro de los “límites aceptables” en agua potable en Canadá (0.7 mg/L).
• Cita textual:
“Findings suggest that fluoride exposure during pregnancy may have adverse effects on child IQ.”
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4. Estudio Bashash et al., 2017 (INSP y Universidad de Toronto)
• Publicación: Environmental Health Perspectives
• Muestra: 299 mujeres embarazadas y sus hijos
• Hallazgo: Reducción de entre 4 y 6 puntos de CI por cada incremento de 1 mg/L de flúor en la o***a materna.
• Importancia: Controló factores como nivel socioeconómico, nutrición y exposición a plomo.
• Conclusión:
“Prenatal fluoride exposure was associated with lower cognitive scores in a population receiving optimally fluoridated water.”
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5. Revisión sistemática de Choi et al., 2012 (Harvard School of Public Health)
• Publicación: Environmental Health Perspectives
• Tipo: Meta-análisis de 27 estudios
• Resultado: Los niños expuestos a flúor tenían una media de IQ inferior en 7 puntos comparado con los no expuestos.
• Conclusión fuerte:
“The results support the possibility of adverse effects of fluoride exposure on children’s neurodevelopment.”
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¿Y por qué se ignoran estos estudios?
• Porque contradicen la política de fluoración masiva, considerada un “éxito histórico” de salud pública.
• Porque hay intereses industriales y políticos que impiden actualizar las guías de consumo.
• Porque aceptar el daño implicaría admitir responsabilidad por décadas de exposición innecesaria.