13/11/2025
"ABANDONO PATERNAL... el monstruo que no fue amado” Guillermo del Toro ha dicho que su versión de Frankenstein no trata sobre el horror, sino sobre la soledad. Detrás de la criatura marginada y del creador ausente se esconde una metáfora profundamente humana: la del abandono paternal. Cuando un hijo crece sin la mirada que lo reconozca, sin la presencia que lo sostenga, puede sentirse como un experimento fallido: hecho de retazos de historias, buscando desesperadamente un lugar donde ser visto sin miedo. Desde la psicología familiar, Bowen (1978) explica que las heridas del abandono atraviesan generaciones, dejando una huella en los vínculos y en la capacidad de confiar. El niño no sólo pierde a un padre, sino también un espejo donde mirarse con pertenencia.
Del Toro reconfigura el mito clásico: la criatura ya no es sólo monstruo por fuera, sino por dentro. En la versión del director, el “monstruo” se construye con el abandono de un mirada paterna, la indolencia del creador, la soledad radical del excluido. Así, el hijo no sólo hereda el miedo a morir, sino el miedo a no existir. En terapia humanista decimos: la persona que no fue nutrida en su identidad, se encuentra buscando fuera lo que nunca le fue dado dentro. El film afirma que la “creación” puede volverse espejo de la frustración del “creador”: la ambición profesional, la negación del dolor, la huida emocional. Para el paciente que vivió abandono paternal, ver esta dinámica en pantalla permite iluminar la repetición: buscar pareja-padre, profesiones que asumen la validación ausente y recrear ese círculo doloroso.
El largometraje insiste en que el padre no solo crea vida, sino que delega dolor, abandono, frustración. Esa sombra fértil se traspasa: el hijo se convierte en “otra criatura”, que a su vez puede repetir el abandono o exorcizarlo. En terapia sistémica esto se llama “transmisión intergeneracional de la carencia”. Del Toro lo explora al mostrar que Victor Frankenstein fue hijo, fue huérfano de validación, y que su creación refleja su propia herida. En clínica, podemos invitar al paciente a contemplar: ¿qué repito de mi padre? ¿Qué voz suya está habitando mi vida hoy? La película lo muestra con impacto: no solo miramos al monstruo, miramos al creador, miramos al padre que no contuvo. Y en esa mirada entramos nosotros como terapeutas., todo puede sanarse desde el amor desde la compasión y desde la verdadera comunicación pero sobre todo cuando uno quiere sanar lo que le duele y tratar de cambiar la realidad que vivimos en el presente .Créditos a su autor.
CCS