
09/09/2025
Te juro que el corazón duele. Es un dolor real, tan vivo que quiebra el aire: los latidos se desbordan, la respiración se corta, la garganta se cierra, el pecho se oprime. Sí, duele de verdad. Duele en cada ausencia, en cada traición, en el reconocimiento que siempre va hacia otros, en la falta de atención, en cada silencio que grita indiferencia. Y créeme, el corazón duele como si todo dentro se deshiciera.
Pero mira bien: no, no se rompe del todo. Aunque parezca hecho trizas, el corazón nunca se rinde. Es el único órgano capaz de reconstruirse en medio de su propia ruina. Se reinventa, late más fuerte, se fortalece y se levanta con una velocidad que no sospechabas. No importa cuánto hayas perdido ni cuántas veces hayas sentido que ya no podías más: el corazón siempre vuelve. Y cuando lo hace, es irreversible…