01/04/2019
Qué es y qué no es el TDAH
El Trastorno Por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es definido como un patrón persistente de inatención y/o hiperactividad-impulsividad que se presenta durante el desarrollo e interfiere con el funcionamiento del individuo. Aunque este trastorno comúnmente se asocia a la población infantil, es importante mencionar que también se presenta durante la edad adulta y permanece para toda la vida. Los síntomas de este trastorno no siempre son los mismos durante la infancia y la edad adulta, ya que el cuadro clínico evoluciona y se modifica. Estudios longitudinales realizados al respecto han encontrado que personas que padecieron este trastorno en la infancia, ya en la edad adulta continuaban lidiando con los síntomas típicos de éste, otros presentaban condutas propias de un trastorno antisocial de la personalidad o habían incrementado el uso y abuso de sustancias, y esto se acompañaban de condutas delictivas y/o vandálicas. Las causas del TDAH son netamente biológicas y la evidencia señala que existe un estado inestable de regulación de la actividad de la corteza cerebral; retraso en el desarrollo de la sustancia blanca así como estructuras subcorticales, y una débil conexión entre la corteza frontal y visual, lo cual explica las dificultades intelectuales asociadas a este trastorno y que en la mayoría de los casos se traducen en historial de bajo rendimiento académico. El TDAH no solo afecta la actividad escolar de los infantes, ya que la manifestación del cuadro clínico genera un impacto emocional en el individuo que lo padece y que en muchos de los casos no es diagnosticado y por ende no tratado. De lo anterior se derivan patrones de comportamiento e ideas sobre sí que posteriormente se incorporan en la personalidad del infante y que pueden permanecer hasta le dad adulta, por ejemplo, baja tolerancia a la frustración, un auto concepto negativo (reforzado a su vez por las personas que se encuentran en el medio ambiente que le rodea y juzga etiquetándole como malo (a), flojo (a), “burro” (a), etc.), agresividad, complejo de inferioridad e irresponsable. La evolución del cuadro clínico así como de su manifestación depende de la etapa en la que se encuentra el individuo y las demandas a las que atiende, por ejemplo en la infancia la actividad principal estriba en el juego y la actividad escolar, de tal forma que los principales aspectos se hará notar a manera de un juego desorganizado, sin estructura, incompleto y carente o ausente de roles sociales (por ejemplo, juego del médico, el maestro, el peluquero, donde el menor tenga que adoptar un rol y desempeñarlo de acuerdo a su estructura cultural); en la actividad escolar los principales síntomas serán las dificultades para la adquisición de la lecto-escritura y dificultades para el razonamiento numérico. Por otra parte, en la adolescencia, el individuo se enfrenta a otro escenario, otras demandas tanto internas, por ejemplo, definir su identidad; como externas, el saber cual es su papel en la sociedad, lo cual se convierte en el catalizador para la modificación del cuadro clínico y que aunado al autoconcepto muy probablemente distorsionado en forma negativa y el historial de fracaso escolar, da como resultado los primeros síntomas de un cuadro de ansiedad y/o depresión que posteriormente se acompañará de conductas delictivas y vandálicas que refuerzan el autoconcepto negativo y el abuso y uso de sustancias que el individuo empleará como aliciente para sobrellevar sus síntomas. En la edad adulta el sujeto se enfrentará a las demandas y exigencias de la sociedad, así como a la expectativa de los otros por que él (ella) sea responsable y tenga una vida estable, lo cual para quien padece TDAH genera presión social y lo (la) orilla a autoevaluarse. Como es de esperarse el mismo sujeto se reprobará al saberse sin un trabajo estable, una carrera inconclusa, inestabilidad en sus relaciones interpersonales y sin un plan de vida estructurado, lo cual genera que el cuadro de ansiedad y depresión se intensifiquen. Es importante diferenciar este trastorno de otros que se le pudieran asemejar, por ejemplo, ansiedad, depresión, trastorno límite de la personalidad, trastorno afectivo bipolar y daño cerebral por consumo de sustancias, ya que en estos casos el problema central es uno de tipo emocional que desencadena dificultades para mantener la atención y la concentración, y no a la inversa. En el TDAH el problema central es la Inatención y/o hiperactividad-impulsividad, lo cual genera fluctuaciones emocionales mayormente efímeras, no obstante, las consecuencias del TDAH, como lo mencioné anteriormente sí pueden alimentar un cuadro de ansiedad y/o depresión que en la mayoría de los casos se convierte en el motivo de consulta psicológica. Por lo anterior es esencial realizar un diagnóstico certero donde colaboren de la mano Psicólogo, Psiquiatra, Neurólogo y Neuropsicólogo para así poder ofrecer al paciente el tratamiento adecuado que ayudará a mejorar su calidad de vida. Cada especialista aporta desde su área de expertis elementos que el paciente podrá emplear en su día a día, desde el uso de fármacos, hasta la asimilación de estrategias para mejorar las habilidades atencionales, de organización, planeación, verificación y corrección de errores, hasta las estrategias de regulación emocional y habilidades sociales. La clave para lograr una adecuada calidad de vida a pesar del TDAH estriba en una atención profesional e interdisciplinaria.