
30/07/2025
Todas las personas necesitamos sentir el afecto de los que nos rodean, pero en el caso de los pequeños esto cobra mayor importancia, ya que su sentimiento de seguridad y el concepto de sí mismos dependen del amor y de la aceptación que reciben de los adultos.
Todos los padres tenemos expectativas sobre nuestros pequeños. Éstas son por ejemplo, a quién queremos que se parezcan, cómo deben portarse, o incluso qué van a ser de grandes. Muchas veces los hijos no son como esperábamos o queríamos que fueran y ni siquiera como nos imaginábamos que serían. Algunos padres entienden esto y los aceptan como son, otros los alejan aunque no se den cuenta de lo que están haciendo. El rechazo causa un daño emocional profundo en el pequeño que es muy difícil de remediar, ya que si sus propios padres no lo aceptan como es, ¿Quién lo hará?
El amor y la aceptación deben ser incondicionales y son requisitos indispensables para que el menor se desarrolle seguro de sí mismo. Esto no quiere decir que vamos a hacer todo lo que él quiera ni a tolerarle comportamientos o demandas inadecuados. Sin este requisito no podremos poner límites ya que los niños no los admiten cuando vienen de personas que no los aceptan. Ellos perciben cuando los queremos y aceptamos, lo sientes y es difícil, aún para un adulto, fingir aceptación.
Tenemos que separar el ser del hacer: “yo te quiero porque eres mi hijo y no por lo que haces”.