08/08/2025
EL PODER ENERGÉTICO DE LA FALDA LARGA
Una invitación a reconectar con la Tierra desde el cuerpo femenino
Desde que tomé el diplomado en erotismo conscientente y feminidad, algo en mí cambió… Empecé a mirar mi cuerpo con otros ojos, a honrar mi energía femenina desde lo cotidiano.
Y una de las cosas más simples —pero profundamente simbólicas— fue comenzar a usar faldas largas.
Lo que al principio parecía solo un cambio de estilo, se convirtió en una puerta de conexión.
La falda me hizo sentir más presente, más enraizada, más yo.
Y no es casualidad.
En muchas tradiciones ancestrales, el uso de la falda tiene un sentido sagrado y energético. Las antiguas sacerdotisas —y también algunos sacerdotes— la usaban como un canal para conectar con la energía de la Tierra y con su propio poder sexual y creativo.
Cuando una mujer se permite habitar una falda larga, su energía femenina se expande.
Es como si algo en su útero —ese centro de creación, vida y sabiduría— recordara su verdadera fuerza.
La tradición oriental dice que la energía femenina asciende desde la Tierra hacia el corazón y más arriba, en un movimiento centrípeto, que atrae y contiene.
Es una fuerza poderosa, magnética. Una mujer conectada a sí misma y a la Tierra puede sostener a toda una familia con su sola presencia.
Por eso, cuando una mujer sana, el entorno también sana.
Cuando una mujer se enraiza, todo se equilibra.
La falda larga no es solo una prenda.
Es un gesto ritual.
Es una decisión consciente de volver a habitarte desde el poder suave y profundo de tu feminidad.
Prueba un día salir con falda larga. Camina con ella. Siéntela. Observa cómo te miras a ti misma.
Es un viaje distinto. Nada que ver con los jeans.
En los círculos de mujeres, las ceremonias y rituales, la falda larga crea una espiral energética que baja hasta el chakra raíz —nuestro centro de supervivencia e instinto— y sube hacia el segundo chakra, donde habitan nuestra creatividad, nuestro placer y nuestro fuego sagrado.
Ese movimiento sutil de la tela que danza con el viento…
es un eco de la sabiduría lunar.
Una caricia de la Abuela Luna que nos recuerda que somos cíclicas, mágicas y completas.