09/06/2025
¿Ya no soy la misma? ¿No me veo igual? ¿Mi personalidad cambió?
¡Amo a mis hijos, pero necesito tiempo para mí! Y me siento culpable…
Yo también lo sentí.
Déjame decirte que todo se acomoda, todo vuelve a su lugar.
Soy Gaby Gómez Martín del Campo, mamá de dos adolescentes de 14 y 13 años que son la luz de mi vida. Desde que fui mamá por primera vez, algo en mí cambió. No solo el cuerpo: cambió mi mente, mis emociones. Aumentó la angustia, la ansiedad, el estrés y más.
Me tomó 10 años voltearme a ver, observarme… ¡Wow! Tenía depresión posparto sin darme cuenta.
Es increíble el abandono que vivimos las mamás: nos dejamos, nos abandonamos por la familia. Reconozco que no es la mejor forma de demostrar amor, pero así me pasó. Y sé que a muchas mamás también les ha pasado… o les está pasando.
Esa desesperación que vivimos y que defendemos con ahínco y pasión, nos hace tanto daño, que no nos permite sanar heridas de la infancia.
Te pido que busques dentro de ti, en lo más profundo de tu ser:
¿Qué es lo que te duele?
Tómate un tiempo. Cierra los ojos. Solo observa. Siente lo que vive en ti y no has podido sanar.
Tómate el tiempo que necesites.
Ahora observa quién eres tú en tu presente.
¿Te das cuenta de todo lo que has pasado?
De todo a lo que has hecho frente como una mujer valiente, audaz y hermosa.
ESA ERES TÚ.
No lo que has decidido pensar de ti durante tanto tiempo.
Si yo pude, tú puedes.
El camino no siempre es fácil, pero si tu objetivo está claro, ¡puedes lograrlo!
Constancia, disciplina y amor propio es lo que necesitas para llegar a tu meta.
Te platico un poco de mí:
Como tú, solo tenía tiempo para mis hijos y para mi trabajo. Y estando en el trabajo, me sentía culpable por no estar con mis hijos. ¿Te suena?
Obviamente, me abandoné por completo, llegando a pesar más de 80 kilos.
Mi refugio era la comida.
Ahora entiendo que era mi forma de callar emociones, de silenciar mi frustración por haberme dejado a un lado.
El día a día se volvió más fácil al ignorar lo que sentía.
Intenté muchas veces hacer dietas, pero no tenía éxito, porque no le hacía espacio a mis emociones.
La ausencia de mí… en mí.
La falta de amor propio y de atención a mis necesidades.
Después de mucho tiempo, esfuerzo y aunque aún en ocasiones me sigo viendo con 80 kilos, hoy peso 59. ¿Sabes cómo se llama eso?Dismorfia Corporal.
Así que decidí entrenar mi mente y volver a verme desde el amor, no desde la crítica.
Reconociendo, abrazando e integrando lo que hoy soy.
¿Te identificas con mi historia?
Cuando entendí que todo pasa, que todo río vuelve a su cauce, y que con perseverancia, amor y decisión puedo hacer cambios para mí y mi familia…
Soy más feliz, más plena, más íntegra, más Gaby.
Y vamos por más, porque el camino de evolución nunca termina.
Si conectaste con mi historia, si te identificas un poco o un mucho, te invito a Reto Integra:
Un espacio libre donde podrás desintoxicar tu cuerpo, mente y emociones.