29/07/2025
¿Qué es el ego?
El ego, ese “yo” invisible que nos define y condiciona, es mucho más que una simple palabra. Es la construcción mental y emocional que usamos para afirmarnos en el mundo, la imagen que fabricamos para sentirnos seguros y valiosos. Pero, como nos enseñó Epicteto, “no nos afecta lo que nos sucede, sino lo que pensamos sobre lo que nos sucede.” El ego es justamente ese intérprete, a veces distorsionador, que da sentido a nuestras experiencias, y no siempre con verdad o libertad.
Los grandes estoicos comprendieron que nuestra reacción ante la vida, y no la vida misma, es lo que determina nuestro sufrimiento o nuestra paz interior. Así, el ego puede convertirse en un narrador tirano, atrapándonos en la necesidad de control, en el miedo a la vulnerabilidad y en la búsqueda constante de aprobación externa. Este “yo” rígido se aferra a sus máscaras y justificaciones, resistiéndose a soltar el control por temor al vacío y al dolor.
Desde la psicología, Carl Jung profundizó en la idea de que el ego es solo una parte limitada y consciente de nuestra psique. Nos dijo que “quien mira hacia afuera sueña; quien mira hacia adentro despierta,” señalando la necesidad de ir más allá del ego para descubrir la esencia auténtica que yace en nosotros. Es un llamado a observar nuestro ego sin miedo, a reconocer sus miedos y mecanismos para no ser sus prisioneros.
En la adicción, el ego herido se manifiesta en su forma más obstinada: niega la realidad, se defiende con justificaciones y se aferra a la ilusión de control para evitar enfrentar el dolor. Así perpetúa el sufrimiento, convirtiendo la adicción en un ciclo oscuro donde el ego trata de salvarse a sí mismo pero termina hundiéndonos más en la prisión interna.
Marco Aurelio, en su sabiduría, nos recuerda que “la impedimenta para la acción avanza la acción. Lo que se interpone en el camino se convierte en el camino.” En este sentido, las sombras del ego no son obstáculos insalvables, sino parte fundamental del proceso hacia la recuperación. Reconocer, entender y aceptar al ego nos permite transformarlo en un aliado en lugar de un enemigo.
No se trata de destruir el ego, sino de integrarlo conscientemente, permitiendo que emerja nuestra esencia más profunda y auténtica, libre de máscaras y temores. La verdadera libertad comienza cuando dejamos de luchar contra nuestro ego y aprendemos a caminar junto a él, en un proceso continuo de autoconocimiento y crecimiento.