10/12/2024
LA IMPORTANCIA DE EDUCAR EN EL ASOMBRO Y EN LA REALIDAD (Fragmento)
Por Catherine L’Ecuyer
«Ahora vamos a hacer una ficha. Vamos a pintar un conejo que vive en una granja. Luego vamos a ver unas letras en la tableta. Y luego vamos a escuchar una grabación en inglés. Y, finalmente, os voy a explicar por qué hay que ser generosos.» ¿Qué ocurre en un niño de 4 años que se encuentra en una clase así? ¿Cómo aprenden los niños? ¿Aprenden a través de fichas, pantallas y discursos?
Los niños nacen con asombro. El asombro es “no dar el mundo por supuesto”. Decía Tomás de Aquino que el asombro es “el deseo de conocer”. ¿Qué asombra? La belleza de la realidad. Los niños necesitan realidad para aprender, porque el cerebro humano está hecho para aprender en clave de realidad. Los niños, por ejemplo, aprenden a través de experiencias sensoriales concretas para comprender el mundo y comprenderse a sí mismos. De hecho, los últimos estudios en neurociencia nos confirman que la memoria semántica (de conocimientos conceptuales) y la memoria biográfica (de los acontecimientos vividos a través de las experiencias percibidas) todavía no están diferenciadas en la infancia. Esas dos memorias se diferenciarán poco a poco a lo largo de la adolescencia, hasta la edad adulta, lo que nos indica que los niños no aprenden las cosas a través de discursos, fichas o pantallas, sino que necesitan experiencias reales y relaciones interpersonales “en directo”.
Necesitan tocar al conejo, no pintarlo en un fichero. Necesitan ver y oler la granja, no escuchar hablar de ella. Para interiorizar la generosidad, necesitan ver la belleza de esa virtud en acción, no escuchar discursos sobre ella. Para aprender un idioma, necesitan escuchar hablarlo por una persona en carne y hueso que les quiere (su principal cuidador). Por ejemplo, los estudios confirman que los niños no aprenden idiomas ni por CD ni por DVD, y que esos medios pueden contribuir incluso a la reducción del vocabulario en niños más pequeños2. Estudios sobre el Video Deficit Effect (efecto deficitario del vídeo) confirman que existe un déficit de aprendizaje cuando un niño aprende a través de la pantalla en vez de “en directo”. Y, por eso, si le decimos a un niño pequeño que deje de gritar, pero se lo decimos gritando, puede ocurrir el efecto contrario al deseado. Susurrando conseguiríamos más resultados…
Los niños triangulan entre la realidad y la persona que asume el rol de mediador entre ellos y esa realidad. En casa ese mediador son los padres mientras en el aula es el maestro. ¿Qué es lo primero que hace un niño cuando descubre un caracol en el patio del colegio? “¡Mira!”, va diciendo corriendo a su maestro. Como decía Rachel Carson, “para mantener vivo en un niño su innato sentido del asombro, se necesita la compañía de al menos un adulto con quien poder compartirlo (…)”. Si su maestro se asusta del caracol, el niño hará lo mismo y lo tirará al suelo. Si el maestro aprueba, el niño empezará a jugar con el molusco sin miedo. Por eso decía la Madre Teresa de Calcuta, “no te preocupes porque tus hijos no te escuchan, te observan todo el día”. Los niños calibran la realidad a través de nuestra mirada, que hacen suya.