
26/09/2025
Dollie, no fuiste una mascota convencional, pero definitivamente fuiste una mascota única, más que una mascota, una compañera, esa que agarró la maña de lamer como si fuera un cachorrito, que amaba a las uvas y le encantaba salir a dar paseos en mi hombro. Esa que estaba ahí cada que yo regresaba del la universidad. Y es extraño, porque aunque al final de tus días eras muy callada y tranquila en tu jaula, que casi no se notaba tu presencia, va a ser raro voltear y buscarte y que ya no estés más, te agradezco por estar en estos momentos donde nadie más estuvo ahí conmigo, en los mejores y en los peores, por esas risas, por esas aventuras, tú que me acompañaste a tierra regias, a pasear después de tardes lluviosas, y todas esas personas que estaban fascinadas contigo así como todas esas que en algún momentos espantaste cuando se dieron cuenta que ibas parada en mi hombro.
Todos los que tuvieron la oportunidad de conocerte saben que fuiste la mejor ratita de todas, ayudaste a quitar fobias, tocaste vidas, incluso fuiste modelo de referencia para un proyecto de animación, tuviste una de las vidas más largas para una rata común, pues cuatro años y nueve meses no son cualquier cosa, gracias, por a pesar de estar ciega y sorda y enferma al final de tus días, reconocer mi mano, tomarla con tus patitas, y lamerme con cariño como siempre lo hiciste. Esto no es un adiós porque sé que te volveré a ver allá arriba, gracias compañera por demostrarme una vez más que el amor más grande viene incluso de las criaturas más pequeñitas. Un beso hasta el cielo, my sunshine.