
12/09/2025
SU NOMBRE ES ALICIA: La tarde del miércoles, Alicia, de 49 años, partió a su trabajo como checadora y despachadora en la base de camiones de Santa Martha, cargo que desempeñaba después de haber tenido un pequeño puesto de dulces en el mismo paradero. Como muchas veces antes, llevaba consigo a su nieta Azuleth, de apenas dos años, con quien se acompañaba en sus largas jornadas laborales.
Nadie imaginaba que ese día sería distinto. Una p**a de gas explotó en Iztapalapa, y el estruendo cambió todo en segundos. Entre el fuego, el humo y el miedo, Alicia abrazó a su nieta y se colocó sobre ella, convirtiéndose en un escudo humano. El instinto de amor y protección fue más fuerte que cualquier temor.
Gracias a ese acto de valentía, la pequeña sobrevivió. Alicia, en su sacrificio, nos dejó un mensaje que trasciende la tragedia: la vida es frágil y el amor verdadero se mide en acciones.
Muchos de nosotros desperdiciamos el tiempo en enojos tontos, discusiones pequeñas y orgullos que no llevan a nada. Creemos que siempre habrá un mañana para reconciliarnos, pero la verdad es que no sabemos si nuestros seres queridos volverán a casa al final del día.
Alicia nos enseñó con su vida y empatía que lo único que realmente vale es el amor que damos y recibimos. Ella eligió proteger a su nieta con todo lo que tenía, incluso con arriesgar su propia existencia. Y esa decisión nos recuerda que, por encima del rencor, siempre debe prevalecer el amor.
Porque nunca sabemos si el abrazo que negamos hoy, será el último.