15/03/2024
Si la relación con tu actual pareja termina (o lo haya hecho en el pasado) no es un fracaso, es un aprendizaje.
En el mundo de la espiritualidad es común la creencia de que las relaciones deben ser “para siempre”, idílicas, sin ningún tipo de conflicto o desavenencia y actualmente hay muchas personas frustradas por sostener esta forma de pensar. Personas que se obligan a prolongar algo que saben que no funciona, pero a lo que se aferran por inercia o por mantener un ideal de relación que no es real ni beneficioso.
A veces los reencuentros de almas implican una separación.
Es así en muchísimos casos.
Hay personas que vienen a aprender del amor y las relaciones a través de diferentes parejas, diferentes reencuentros de almas a lo largo de su vida. Y esto no está mal. Simplemente se trata de almas que decidieron aprender sobre el amor a través de distintas almas afines (aunque la relación termine con gran dolor, pues también hay un gran aprendizaje de desapego y de “desidealización” por parte de ambos).
Si te has separado o estás pensando hacerlo, no se trata de un fracaso. Se trata de un punto y seguido en el aprendizaje de ambos. Tal vez separándote aprendas la lección de poner límites, respetarte a ti mismo y darte el permiso de elegir la relación que verdaderamente deseas. Tal vez el otro también aprenda a respetar y a concebir el amor de otra manera. De modo que no se acaba el mundo por dar ese paso. Es algo común y necesario en el estado evolutivo actual de la humanidad. Separarse, por tanto, no tiene por qué significar el “final” del amor, sino el verdadero comienzo de este, es decir: a partir de esa relación que en un principio puede parecer “fallida”, aprendemos a amarnos un poco más, a respetarnos un poco más y a tener más claro el tipo de vínculo que merecemos y deseamos, y en este sentido se trata de la relación “perfecta” (como todas las demás) en nuestro camino de evolución.
Javier López Alhambra (editado).
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