12/05/2024
Estaba riendo, era agradable estar con mis seres queridos en el diez de mayo, cuando se me ocurrió verme en mi interior, de pronto surgió la tristeza, pero no era cualquier tristeza, no tenía que ver con un mal día, ni siquiera con la racha tan gacha que tuvimos en este inicio de año, ni tampoco como esa sensación de que todos están en tu contra, era algo diferente, algo profundo, un hoyo sin fondo.
Recuerdo esta sensación, fue hace tres años y medio… una mañana yo sentado al borde de un arrecife donde las olas rugían desde el fondo del océano rompiendo en rocas afiladas, negras, preciosas, me llamaban tanto.
Un día donde por fin pude llorar a mi madre ¿Cuánto había pasado hasta poder en verdad llorarle?, acaso ¿la velocidad de lo ocurrido?, ¿Lo avasallador de tan terrible suerte?, pero te juro que no fue por ser un hijo ingrato, no fue por falta de amor, por favor no lo veas así querida mamá.
Ese día me aparté de todos, un anhelo de soledad, pero ellos no se apartaron de mi, uno a uno de las personas que me acompañaron a ese viaje iban y se sentaban junto a mi, algunos hablaban, otros en silencio, atónitos por el contraste del paisaje del caribe y un hombre con el corazón roto, por turnos me fueron acompañando en mi soledad, es terrible saber que están ahí las personas y al mismo tiempo sentirte desolado como en un desierto.
Mi vista en las rocas, en el mar, y empecé a sentir ese hueco en el pecho, no hubo reparo, fui tomado por el dolor de perder a mamá. Recuerdo entre sollozos pensar – Sólo el mar es el puede contener toda esta tristeza, sólo el mar le puede dar espacio a tantas lágrimas, sólo el mar puede acallar los gritos y seguir ahí –.
Era temprano y el tiempo pasaba y pasaba, llegó la hora de la comida no había hambre, sólo sed, entonces seguía sentado a merced de la brisa que me obligaba a cerrar los ojos de vez en vez y rodaban las lágrimas por mis mejillas hasta mi ropa, no sabía si estaba más mojada por el mar o por mi lamento.
Entre tanto vino el atardecer, fue hasta ese momento en que el llanto terminó, y como si ya no hubiera más dolor me llegó la nada, caminé un rato sin rumbo, sin fe, sin esperanza, la noche llegó y mis pasos me llevaron hasta una apartada orilla donde había una poza entre el arrecife, en esa oscuridad apenas se distinguía el agua de las piedras y me metí, me quedé flotando viendo las estrellas, aunque era de noche y el mar rugía con más fuerza yo estaba en un estanque natural donde la ferocidad era convertida en un arrullo, flotaba, las estrellas colgadas en el cielo, y nada, nada de nada, ni hambre, ni sed, ni dolor, ni tristeza, sólo mis ojos abiertos, mis oídos cubiertos por el agua, y mi nariz respirando.
Recuerdo haber pensado – Tanta oscuridad y apenas unos destellos, ¿Será que así está un bebe en el vientre de mamá?, Sin peso, flotando, apenas despierto, apenas dormido, y de todo se encarga mamá -
Un juego macabro entre suspiros donde mi cuerpo se hundía y me obligaba a llenar la barriga de aire para salir a flote de nuevo, tuve que normalizar mi respiración, hacerme consciente de cada respiro y en un sonido sordo que el agua me regalaba sólo podía seguir viendo las estrellas.
De pronto de la misma nada, el todo, como si hubiera despertado, me volví en mi y nadé a la orilla, salí y caminé, y me estaban esperando, entonces me dio sed, me dio hambre, me dieron ganas de abrazar, de volver a besar, mis pies ahora obedecían a mi corazón, y sólo buscaba estar cerca de mis seres queridos.
Fue el abrazo de mamá, ella estuvo ahí, en mis lágrimas de tristeza por su ausencia, en mis gritos de enojo a su abandono y flotando en medio de la bravura de la noche, sólo mi mamá podría hacerlo, sólo ella podría repararme y entregarme a mi vida.
Cuanta falta me haces mamá en este día de las madres, todos van a ver a sus mamás y se renuevan, pero este día, justo este día, no estás aquí. Que incierta la vida cuando a mamá no la sientes contigo. Tuve que dejar pasar todo el día y su bullicio, para darme cuenta de que te extraño ¡Demonios!, ¿Cómo cantarte las mañanitas para que las escuches?, ¿Cómo puedo mandarte un regalo?, ¿Cuál es tu código postal?, ¿Cómo puedo llevarte a comer?, NO, no es un diez de mayo justo para aquellos que nuestras madres se han adelantado, NO, no es un lugar que alguien más va a poder llenar, NO, no me pueden mentir de que un día esto se va a sanar, No, no quiero escuchar nada más, tan sólo se puede aprender a vivir con el anhelo del corazón y el dolor de no poder darte tu abrazo sentir tu corazón y acurrucarme en tu pecho, madrecita mía yo te amo y te quiero tanto.
Te quiero abrazar, pero sólo puedo abrazar el aire y termino por sólo abrazarme a mi, ¿Es acaso el único lugar donde te voy a encontrar? NO, me niego a esa fantasía, yo quiero a mi mamá, no me alcanzo a cuidarme como tu lo hacías, no alcanzo a amarme como tu lo hacías, necesito una estrella, una estrella que pueda iluminarme sin importar de dónde vengo, sin importar la persona en que me convertí, sin importar lo que seré, SÍ, necesito esa tu luz mami.
Me voy a entregar a la noche, a mirar el cielo, acostarme en el jardín, para saber que no hay forma de terminar más abajo, no hay forma de terminar más arriba, tan sólo la tierra que me sostiene sin condiciones, que sostiene a los que tienen a su mamá y que sostiene a los que ya no la tenemos con nosotros, por favor madrecita tierra, por favor mamá, abrázame nuevamente con tu luz, quiero renovarme, quiero volver a abrazar, volver a comer, quiero volver a vivir.
Salí al jardín y dije -Me acostaré justo aquí, donde no se siente húmedo, aquí es el mejor lugar para buscarte – Para mi sorpresa el cielo estaba terriblemente nublado, parecía una penumbra – No, nuevamente no, tanto tiempo me tomó recuperarte en mi corazón como para que no pueda verte cuando más te necesito –.
Busqué con mis ojos y de pronto vi una estrella ¡Que impresión!, Sí te encontré, ¿Cómo le hiciste para poder brillar a través de las nubes grises?, no cabe duda de que eres tu mami, no hay imposible para una madre y si no lo hay para mi mamá entonces tampoco hay imposibles para mi y hacerte llegar mi amor allá hasta donde estás.
Y si no pude festejarte el diez ahora bridaré por ti en domingo, el día donde puedes quedarte en santa paz por todo lo que hiciste en esta vida, que bien merecido tienes el descanso madrecita mía.
Escrito por Luis Anatolio Dueñas Escobar
