28/07/2022
CUIDADO CON LO QUE DICES EN TU CASA
Las paredes tienen recuerdos. Algunas palabras se tornan en maldiciones. Hay palabras capaces de traer maleficio, reforzar la desgracia, evocar la mala suerte y atraer la infelicidad; así como hay otras con la luminosa propiedad de bendecir, atraer prosperidad, felicidad y armonía. Saber separar y usar unas y otras es el comienzo de la sabiduría. El entorno que vives, en especial tu casa, tiende a absorber, almacenar y repercutir las palabras de tus hábitos mentales y transmutarlos en seres vivientes de espectro vampírico o crear una energía armoniosa, eso va a depender de tu propia atmósfera emocional. Tu casa es tu refugio, tu casa es el más claro exponente del estado de tu mente. Tu casa tu hogar es sagrado, donde duermes, donde ríes y lloras, donde amas y donde te alimentas. Tu casa es tu vida, es tu intimidad. No dejes entrar en ella a personas que ven un problema para cada solución.
Hay algunas palabras, que se han de evitar a toda costa dentro de casa:
¡Qué desgracia!: Crea fatalidades, oscuridad, quebranto y ausencia de lo divino.
¡Oh mi**da!: Llama la podredumbre, la suciedad y la adversidad.
¡Maldita sea!: Lanza plagas y personificación de maldiciones, crea estancamientos y bloqueos.
¡Qué id**ta, qué estúpido, qué tarada!: Genera inferioridad, limitación, inseguridad, incertidumbre. Deben evitarse principalmente con niños e hijos.
Miserable: Crea escasez, indigencia, pobreza y penuria.
Enojado: su base significa condenado, sufrido y perambulante, ma***to, malvado, llamar a alguien "enojado" es maldecir a la persona, por qué enojado significa " condenado a todo mal ".
Desgraciado: Crea un entorno de ausencia de gracia de espíritu, de gracia del universo. Como la palabra lo indica, y así se determina en el hogar.
También solemos expresar frases como: No hay dinero.
Estoy desesperado
¿Por qué siempre pasan estas cosas?
¡Qué dura es la vida!
No puedo.
Y un sinfín de etcéteras… Ten en cuenta que las palabras asumen la dirección que la intención y las emociones las imprimen, es en la sustancia y no en la exacta forma que descansa su fuerza. Es momento de refinar para que la luz pueda fluir. Sé responsable de tu lengua, para no ser esclavo de tus palabras. “Bien decir en lugar de maldecir”