22/06/2025
La construcción de la monumental Catedral Basílica de San Juan de los Lagos comenzó en 1732 y fue una verdadera hazaña colectiva. Uno de los mayores retos fue conseguir y trasladar la piedra de cantera, esencial para levantar sus muros.
La mayoría (alrededor del 60%) se extrajo de un sitio cercano llamado La Purísima, a tan solo un par de kilómetros del Santuario. El resto llegó desde lugares más lejanos como Villanueva y Ciénega de Mata. El transporte no fue sencillo, pero los indígenas de Mezquitic, comunidad perteneciente a San Juan de los Lagos, jugaron un papel clave, ya fuera en carretas por los caminos o en balsas sobre el río, lograron hacer llegar la piedra.
En 1745 se rompió récord con la llegada de 685 carretas en un solo año. Todas las piedras de cantera utilizadas en el Santuario llevan marcas con “la firma del cantero” que las labró, ya que era una manera de identificarlas y asegurar el pago correspondiente por cada una.
Además de la cantera, se utilizó piedra negra de Castilla, traída desde el cerro de San Diego, cerca de Nochistlán, Zacatecas, para los cimientos e intramuros.
Para las bóvedas y la imponente cúpula, se eligió el tezontle, una piedra más liviana que evitaba el riesgo de colapso por exceso de peso. Este material llegó desde el Valle de Santiago, en El Bajío, y desde Santa María de los Lagos.
Bastaron tan solo 37 años para que la Sagrada Imagen de la Virgen de San Juan tomara posesión de su nueva casa.