11/09/2025
DONDE HABITA TU HERIDA
Dime dónde habita tu herida,
para no pisar allí con torpeza,
para no usar tu fragilidad como arma,
para no abrir de nuevo con mis actos, lo que apenas cicatriza.
Porque todo dolor es un altar y acercarse a él exige descalzarse, rendir honores y honrar con respeto.
Que nunca mis palabras toquen tu herida con venganza,
que nunca mi descuido la vuelva a hacer sangrar,
que nunca mi inconsciencia convierta tu traición tu confianza.
Dime dónde te duele y haré de ese lugar, no mi frontera, sino mi lugar favorito y poder habitarlo con consciencia; lo cuidaré como quien custodia un fuego sagrado, como quien reconoce que allí la vida se partió y que por roto, ese espacio merece más ternura.
No me permitas suponer, no soy adivina, señálame tus grietas y aprenderé a caminar con respeto alrededor de ellas.
Cuando compartimos nuestras heridas, no estamos pidiendo lástima, estamos entregando un mapa: El mapa de lo que nos arde, de lo que aún sangra, de lo que todavía late con miedo.
Y así con todos los vínculos: Con los hijos, con los padres, con los amigos, con la pareja, con los hermanos… con todo ser humano que se cruce en el camino, porque nadie tiene derecho a ahondar aún más en el santuario del dolor ajeno.
Que cada herida compartida se vuelva pacto: Pacto de no volver la vulnerabilidad en arma de batalla, pacto de no lanzar al otro contra su propio abismo, pacto de sostener sin lastimar.
Y entonces, donde aún hay llaga, habrá especial cuidado, donde hubo miedo, yo podré confianza, donde hubo silencio, yo regalaré claridad y compañía.
Porque amar (en todas sus formas) es ser guardián de lo que al otro le duele, es convertir la herida en brújula, el cuidado en lenguaje y la fragilidad en tierra sagrada donde florece lo humano.
Desconozco autor, honro su sensibilidad.