GS "Salud para Todos"

GS  "Salud para Todos" Medicina Alternativa (EQUILIBRIO TERMICO) "Productos y servicios"
Tratamientos para cualquier enferm

08/08/2025

Ella bajó del tren con 33 dólares, un sartén de hierro… y nadie esperándola.
Era 1938. El país apenas comenzaba a salir de la Gran Depresión. Saratoga Springs, Nueva York, era un lugar conocido por sus carreras de caballos, hoteles lujosos y turistas de verano. Pero en ese día frío, una mujer negra recién enviudada llamada Hattie Austin Moseley llegó con nada más que coraje, dolor… y determinación.
Sin familia.
Sin trabajo.
Sin hogar.
Solo una maleta, un sartén de hierro fundido y la cabeza llena de recetas de su infancia en Luisiana.
Tenía todas las razones para rendirse.
Pero no lo hizo.
La historia de Hattie no comenzó con comodidad. Nació en medio de la adversidad: su madre murió al darla a luz. Creció conociendo el significado de sobrevivir, no de prosperar. La vida no le ofreció lujos, le ofreció trabajo. Jornadas eternas como sirvienta. Cocinas ardientes. Tallar, picar, servir.
Pero también le dio algo invaluable: la habilidad de cocinar comida que abrazaba a la gente como un apapacho del alma.
Cuando llegó a Saratoga Springs, vio a su alrededor un mundo que no esperaba nada de ella. Una mujer negra. Sola. De mediana edad. De luto. ¿Qué oportunidad tenía?
Pero Hattie no solo cargaba con su dolor. También cargaba con su alma.
Y sabía alimentar a la gente de una forma imposible de olvidar.
Abrió un pequeño puesto de comida—más bien una choza. Nada de lujos. Nada de menú elegante. Solo pollo frito, pan de maíz dorado, panecillos esponjosos… y amor en cada bocado.
Lo llamó Hattie’s Chicken Shack. Estaba abierto las 24 horas. Porque el hambre no tiene horario.
Al principio, la gente iba por curiosidad. Pero luego… no podían dejar de regresar. Había algo en ese pollo—crujiente, jugoso, sazonado a la perfección. Había algo en Hattie—su sonrisa cálida, su risa contagiosa, la forma en que trataba a todos con dignidad.
Los locales comenzaron a hacer fila. También músicos, trabajadores del hipódromo, e incluso grandes figuras como Jackie Robinson y Cab Calloway. Incluso Mikhail Baryshnikov llegó un día.
Lo que comenzó como un humilde puesto de comida creció hasta convertirse en un restaurante completo. Y nunca perdió su esencia.
Hattie trabajó sin descanso—décadas de jornadas que empezaban al amanecer y terminaban después de medianoche. Vertía su alma en cada plato. Y la gente lo sentía. No era solo comer. Era sentirse visto. Respetado. Querido.
Una vez dijo que no cocinaba solo por dinero—cocinaba para unir a las personas. Negros, blancos, ricos, pobres—no importaba. En Hattie’s, todos eran bienvenidos.
Nunca se detuvo. Ni a los 50. Ni a los 70. Ni siquiera a los 90.
Hattie trabajó hasta sus noventas—todavía tras el mostrador, aún sonriendo, todavía revolviendo ollas y saludando a los clientes por su nombre.
Nunca bajó el ritmo.
Simplemente… siguió amando a la gente con comida.
Cuando falleció, su restaurante ya era una institución en Saratoga. Pero no se trataba solo de la comida.
Se trataba de la mujer que desafió cada obstáculo, cada expectativa y cada límite que el mundo quiso imponerle.
En 2013—décadas después de su primer plato de pollo—la revista Food & Wine nombró al pollo frito de Hattie como el mejor de Estados Unidos.
Piénsalo.
Una niña nacida en la pobreza.
Una sirvienta.
Una viuda sin red de apoyo.
Terminó dejando un restaurante, un legado… y una receta de coraje.
Entonces, ¿cuál es la lección en la historia de Hattie?
No se trata solo del pollo.
Se trata del poder de empezar… de todos modos.
Aun cuando no tienes nada.
Aun cuando nadie te aplaude.
Aun cuando el mundo dice que eres demasiado vieja, demasiado pobre, demasiado rota, demasiado tarde.
Hattie no creyó nada de eso.
En cambio, creyó en algo pequeño pero poderoso:
Un sartén.
Un sueño.
Y su derecho divino de ocupar un lugar en este mundo… y hacerlo más cálido.
Vivimos en un mundo que a menudo olvida a mujeres como Hattie.
Guerreras silenciosas.
Madres de esperanza.
Constructoras de comunidad.
Pero no deberíamos olvidar.
Porque hay un poco de Hattie… en todos nosotros.
Tal vez estás comenzando de nuevo.
Tal vez perdiste a alguien.
Tal vez cargas heridas antiguas que nadie ve.
Que esto te recuerde algo:
Sigues de pie.
Todavía tienes algo que dar.
Y tal vez—solo tal vez—tu mejor capítulo aún no ha sido escrito.
Cuando la vida te derribe, recuerda esto:
A veces, todo lo que se necesita para cambiar el mundo… es un sartén de hierro y un sueño.
Y a veces, todo lo que se necesita para levantarte de nuevo… es recordar quién eres.

Créditos a su autor.





07/08/2025

Estos son los arboles que no levantan el concreto 🌳💚

06/08/2025

🥦💸 El otro Musk que está cambiando el mundo (y no con cohetes) sino con conciencia verde.

Mientras uno se quiere ir de la tierra, el otro quiere arreglar la naturaleza y rescatar al planeta.

Todos conocen a Elon Musk... Pero casi nadie habla de su hermano: Kimbal Musk.

👨‍🍳 Empresario.
🌱 Activista de la comida real.
💰 Y sí... también multimillonario.

Kimbal cofundó Zip2 con Elon, la vendieron por $307 millones. Y luego… en vez de meterse al mundo de la tecnología espacial o los autos eléctricos…

Se fue a la tierra. Literal.

Fundó:
🥗 The Kitchen – restaurantes que sirven comida fresca y local.
🏫 Big Green – jardines de aprendizaje en escuelas públicas.
🌿 Square Roots – granjas urbanas que cultivan en contenedores en medio de la ciudad.

Su misión:
🌍 Que todos tengamos acceso a comida real, saludable y sostenible.
💥 Está cambiando la forma en que las ciudades cultivan y comen.

Hoy tiene un patrimonio de $700 millones y sigue sembrando impacto.
No quiere fama.
Quiere una revolución verde.

Tiene mucho menos dinero que Elon, pero su impacto es más conciente y a su modo busca un mejor mundo para todos.

06/08/2025
03/08/2025

EL MATRIMONIO ES COMO UN ZAPATO.

Si te queda grande… lo arrastras.
Si te queda chico… te lastima.

No es algo que puedas quitarte cuando quieras. No es solo “me lo pongo y ya”.
Por eso pensé que valía la pena escribir esto, para quienes aún no se han calzado.

Queridos solteros, si estás por “comprarte un zapato”… es decir, casarte… piensa en esto:

1. APARIENCIA FÍSICA.
No busques lo más bonito. Ni lo más caro. Ni lo más llamativo.
Busca lo que te quede.
Lo que esté hecho para ti.
No todos los guapos, exitosos o “ideales” encajan contigo.
No todas las mujeres bellas son para ti.
Busca a quien camine a tu ritmo.
Que esté hecho de los mismos valores que tú.
No es solo cuestión de gusto… es cuestión de fondo.

2. POSICIÓN.
No todos los zapatos están en el mismo estante.
Zapatos de gala, deportivos, infantiles, casuales… cada uno en su lugar.
No pretendas encontrar a tu pareja ideal en ambientes que no se alinean con tu esencia.
No puedes decir que buscas amor verdadero en medio del ruido y las máscaras.
Define tus valores. Descúbrete. Y entonces busca… porque si no sabes quién eres, cualquier “zapato” te parecerá adecuado.

3. PERCEPCIÓN.
En este negocio… no puedes probar antes de comprar.
Por eso es vital la guía, el consejo, la oración.
Consulta a los que ya llevan años calzando su par.
Y sobre todo… consulta al Fabricante.
Sí, a Dios. Solo Él conoce tu talla real.

Muchos se casan por emoción, por presión, por imitación.
Pero el matrimonio no es un evento de un día.
La boda dura unas horas.
El matrimonio… toda una vida.

No compres sin saber:
—¿De qué está hecho este zapato? (Su historia)
—¿Qué talla es? (Sus valores)
—¿Cuánto durará? (Su carácter)
—¿Me hará daño? (Compatibilidad)
—¿Quién lo diseñó? (Fe, origen, propósito)

Muchos hoy caminan con dolor.
Con zapatos hermosos por fuera, pero llenos de cicatrices por dentro.
Y otros arrastran relaciones que nunca les quedaron bien.

Pero si tú ya te equivocaste… no estás perdido.
Consulta al Fabricante.
Deja que Dios moldee, sane y restaure.

Porque amar no es solo lucir bien juntos…
Es caminar en paz, con paso firme, hacia el mismo destino.

03/08/2025

💬 Me dijeron “compra tu rancho y serás tu propio patrón”… y me tragué el anzuelo.



👉🏻 Así empezó todo.

Yo era el clásico empleado cumplido: llegaba temprano, hacía lo mío, y esperaba lay quincena como quien espera lluvia en tiempo de sequía. No me iba mal, pero sentía que no crecía. Y entonces escuché la frase: “Compra tu propio rancho, sé tu patrón, vive del campo”. Y como buen terco de alma ganadera, me la creí. Vendí lo que tenía, compré unas vacas y renté unas hectáreas.

Los primeros días andaba con el ánimo por los cielos. Subía historias ordeñando, echando pastura, y compartiendo frases motivadoras tipo “aquí no hay jefes, sólo sueños por cumplir”. Pero la emoción se me fue más rápido que un novillo viendo la cerca.



😔 El punto de quiebre.

Ser tu propio patrón suena bonito… hasta que tú eres el que:
• Se levanta antes del sol pa’ revisar el agua.
• Baja becerros, sube pacas y vacuna.
• Lidia con la sequía, con el SAT y con la vaca que abortó.
• Compra insumos, paga jornales, arregla el cerco y, si queda tiempo, come algo.
• Vuelve a casa molido, pensando si alcanzará pa’ la melaza o la pastura.

Y lo más duro: todos cobran antes que uno. El de la alfalfa, el veterinario, la ferretería, el gobierno… y si sobra, uno ve qué se hace. Si no, a seguirle.

El primer año fue un jalón. Se fueron los ahorros, las fuerzas y hasta las ganas. Pero aún con las manos partidas y las botas llenas de tierra, uno sigue. Porque cuando uno escoge la vida del campo, no lo hace por comodidad. Lo hace por convicción.



❌ Lo que nadie me dijo

Un día, ya con el cuerpo molido y la mente cansada de andar detrás del ganado todo el día, me senté en la sombra a descansar tantito. Vi un video en el celular. Un tipo con voz de conferencista decía:
“¿Tienes un rancho o solo un trabajo duro con más estrés? Porque si no puedes salir un par de días sin que todo se venga abajo… no tienes un rancho, tienes un encierro”.

Me reí. Pensé: “Este no ha puesto un pie en el campo”. Pero seguí viendo.

Y suelta: “El verdadero productor organiza, delega, enseña a su gente. El que lo hace todo solo… se vuelve esclavo de su propio potrero”.

Y ahí me cayó el veinte. Yo no era ganadero moderno… era un jornalero con sombrero propio.



✅ Esto aprendí

Desde ahí me puse a observar, a preguntar, a leer lo poco que podía, a escuchar a otros con más experiencia. Aprendí que:
• No puedes hacer todo tú. Capacitar a tu gente no es lujo, es necesidad.
• Un rancho con método vale más que uno con 20 horas diarias de trabajo.
• No basta con querer a los animales. Hay que llevar números, registros, calendario sanitario.
• Tener tiempo libre también es éxito. Si no tienes vida, no tienes rancho.



🤠 El final que no esperabas

Hoy el rancho ya no depende solo de mí. Me costó esfuerzo, tropiezos y orgullo. Pero entendí que ser ganadero no es andar apurado todo el día, es construir algo que funcione aunque un día te enfermes o simplemente quieras descansar.

¿Tengo miles de cabezas de ganado? No. ¿Vivo viajando? Tampoco. Pero ya puedo salir un fin de semana sin que el rancho se descontrole. Y eso, créeme, es una bendición.

Porque a veces, ser tu propio patrón no es libertad… es una jaula con sombra. Nomás que tú solito la cerraste con tranca y todo.

Y si algo aprendí, es esto: no te pongas el título de productor si todavía eres el que le da de comer a todos, vacuna, limpia y corre por los potreros sin ayuda. No lo digo por juzgar… lo digo porque yo ya estuve ahí. Y sí, cansa.

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Soy Ganadero

01/08/2025
01/08/2025

Dirección

Cda. Gladiola Mz. 1 Lt. 20 Col. Nezahualcoyotl Atenco Estado De
San Salvador Atenco
56314

Horario de Apertura

Lunes 9am - 5pm
Jueves 9am - 5pm
Viernes 9am - 5pm
Sábado 9am - 2pm

Teléfono

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