21/08/2025
Amor por los animales y por la ciencia: el verdadero compromiso del médico veterinario
Por MVZ Ángel Juárez R.
Ser médico veterinario es abrazar una doble pasión: el amor por los animales y por la ciencia. No se trata solo de querer ayudar, sino de hacerlo con conocimiento, ética y responsabilidad. Esta profesión exige más que vocación: requiere actualización constante, compromiso técnico y, sobre todo, una valoración justa del trabajo profesional.
En los últimos años ha crecido la noble labor de los rescatistas, quienes dedican su tiempo y recursos a salvar animales en situación vulnerable. Su esfuerzo merece reconocimiento. No obstante, en muchas ocasiones se genera una expectativa equivocada: que los veterinarios, por tener “vocación”, deben brindar atención gratuita o a muy bajo costo. Esta idea, aunque bien intencionada, desvaloriza el esfuerzo, inversión y años de estudio que conlleva nuestra profesión.
La medicina veterinaria es una ciencia en evolución permanente. Las enfermedades cambian, los tratamientos avanzan y las herramientas diagnósticas se perfeccionan. Para poder ofrecer una atención de calidad, el veterinario debe invertir en educación continua, equipamiento, tecnología y tiempo. Además, no es posible –ni ético– pretender abarcar todas las especies sin la formación adecuada. Reconocer los propios límites, derivar a especialistas y trabajar en equipo no es una debilidad, sino una señal de profesionalismo.
Pero hay un problema aún más grave que devalúa la medicina veterinaria: los usurpadores de la profesión. Personas sin título, sin estudios ni preparación formal, que se hacen pasar por veterinarios o se autodenominan “expertos” simplemente por tener experiencia empírica. Esta práctica no solo es ilegal, sino extremadamente peligrosa. Pone en riesgo la salud y el bienestar animal, confunde a los tutores y socava la confianza en los verdaderos profesionales.
El intrusismo profesional es una falta grave que debemos denunciar, visibilizar y combatir. No se trata de proteger un “monopolio”, sino de garantizar que los animales sean atendidos por personas calificadas. Así como no permitiríamos que un “curandero” opere a un ser humano, no deberíamos permitir que cualquiera practique actos médicos veterinarios sin la debida acreditación.
El papel de los tutores responsables
Como parte esencial del bienestar animal, los tutores tienen la responsabilidad de informarse, exigir atención profesional y valorar el trabajo veterinario. Confiar la salud de un animal a manos no capacitadas o a tratamientos improvisados puede traer consecuencias graves e irreversibles.
Un tutor responsable:
Verifica que el médico veterinario esté titulado.
Comprende que el bienestar de su animal va de la mano con diagnósticos certeros, exámenes clínicos y tratamientos basados en evidencia científica.
No busca atajos ni “soluciones caseras” para ahorrar dinero, entendiendo que la salud es una inversión, no un gasto.
Reconoce y respeta los honorarios profesionales como parte del compromiso con la calidad.
Solo con tutores conscientes, veterinarios comprometidos y colaboración ética entre todos los actores del entorno animal podemos construir una medicina veterinaria sólida y respetada.
Porque sí: nos mueve el amor por los animales, pero también la pasión por la ciencia y el deseo de ejercer una medicina ética, efectiva y sostenible. La verdadera vocación no está en regalar el trabajo, sino en hacerlo con excelencia, con respaldo y con principios.