
01/09/2025
Hoy, en este Día Mundial de la Obstetricia, quiero abrir mi corazón con ustedes y compartir lo que significa para mí esta profesión que amo con toda mi alma. Ser obstetra no es solo un título, no es únicamente una carrera; es un camino de lucha, sacrificio y amor profundo por la vida. Es un sueño que un día pareció lejano, casi imposible, pero que hoy vivo con orgullo y con lágrimas de gratitud en los ojos.
Mi camino no fue sencillo. Estuvo lleno de obstáculos, de noches interminables de estudio, de cansancio que me hacía dudar, de tropiezos que muchas veces quisieron quitarme la esperanza. Hubo momentos de soledad, en los que sentía que tal vez no lo lograría, que tal vez el destino me estaba pidiendo demasiado. Pero dentro de mí siempre permaneció encendida una pequeña llama: la certeza de que este era mi propósito, mi misión en la vida.
Cada golpe del pasado, cada lágrima derramada, cada sacrificio que parecía demasiado grande, hoy tiene sentido. Porque cada vez que recibo en mis manos a un bebé, cada vez que escucho ese primer llanto que anuncia la llegada de una nueva vida, siento que el universo me está recompensando de la manera más hermosa. Ese instante, ese milagro, borra cualquier herida del camino. No hay cansancio, no hay dolor, no hay dificultad que pese más que la sonrisa de una madre que ve por primera vez a su hijo, o el brillo en los ojos de un padre agradecido por haber llegado juntos a ese momento tan especial.
Por eso, hoy quiero dar gracias. Gracias infinitas a todas las mujeres que confiaron en mí, que me permitieron acompañarlas en uno de los capítulos más importantes de sus vidas. Gracias a sus esposos, que pusieron también en mis manos la seguridad y el bienestar de lo más preciado que tienen. Ustedes me han enseñado que ser obstetra es mucho más que recibir bebés: es ser guardián de la esperanza, de la confianza y del amor más puro.
A todos los que me siguen y me leen hoy, quiero dejarles un mensaje desde lo más profundo de mi corazón: nunca dejen de luchar por sus sueños. El camino puede ser largo, lleno de pruebas y de momentos de incertidumbre, pero créanme, cada paso vale la pena. Así como yo, con esfuerzo, caídas y levantadas, logré cumplir este sueño, ustedes también pueden hacerlo. Los sueños no tienen fecha de caducidad; lo único que necesitan es constancia, pasión y fe en uno mismo.
Hoy celebro no solo mi profesión, sino también la fuerza de nunca rendirse. Celebro cada vida que llegó a mis manos, cada familia que confió en mí, cada sonrisa que me recordó que todo sacrificio tuvo un propósito. Y celebro también a todos los que, como yo, siguen creyendo que los sueños se hacen realidad.
Porque al final, ser obstetra no solo me ha dado una profesión… me ha regalado un motivo eterno para sonreír y agradecer. 🌸