16/07/2025
Déjame contarte algo, pon mucha atención. Ella lloraba en silencio. Él no entendía por qué.
"Siempre estoy aquí, ¿qué más quieres?", le dijo con frustración.
Pero en su mente, estar presente significaba sentarse juntos en el sillón, sin hablar, mirando el teléfono.
Para él, amar era no irse. Para ella, amar era hablar, preguntar, tocar el alma con palabras.
Habían pasado años creyendo que se estaban dando amor, pero cada quien lo entregaba desde su zona de comodidad, no desde lo que el otro necesitaba.
Hasta que un día, en una conversación honesta, ella le dijo:
“Yo no necesito que te quedes en casa. Necesito que me mires cuando hablo. Que me preguntes cómo estoy. Que no me digas que exagero cuando me siento mal.”
Él se quedó en silencio. No por frialdad, sino porque por fin estaba entendiendo.
Esa noche no resolvieron todo, pero algo cambió:
Él decidió amar no solo como sabía, sino como ella necesitaba.
Y ella, por primera vez, sintió que su dolor importaba.
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