
25/07/2025
Hoy vi una imagen que me dejó una gran enseñanza:
Dos platillos en el horno. Uno, quemado tras una hora a 480°, y el otro, cocido a la perfección después de tres horas a 150°.
Fue un recordatorio poderoso de que el proceso terapéutico —como el crecimiento personal— no se trata de rapidez, sino de respeto por el ritmo, la constancia y la paciencia.
Vivimos en una época donde todo parece urgente, donde se espera sanar rápido, cambiar de inmediato, entenderlo todo ya. Pero en realidad, las transformaciones más profundas se dan poco a poco, a fuego lento.
Así que si sientes que tu camino en terapia va despacio… ánimo. Tal vez no lo veas aún, pero estás cocinando una versión más plena y auténtica de ti.
Y sí, Señor… ya quiero saborear el bienestar que estoy cultivando.