Sanación sin Fronteras SANAZ

Sanación sin Fronteras SANAZ Terapias Bioenergéticas con reconversión TRANSGENERACIONAL.

“El cuerpo es el jardín donde germinan los pensamientos no sanados.Lo que tu mente calla, tu cuerpo lo grita.Cada síntom...
10/07/2025

“El cuerpo es el jardín donde germinan los pensamientos no sanados.
Lo que tu mente calla, tu cuerpo lo grita.
Cada síntoma es una metáfora:
una emoción no expresada,
una herida sin cerrar,
una verdad silenciada.
No ignores el susurro…
porque se volverá grito.”

Sana tu mente, y el cuerpo te seguirá.

📵 50 cosas que hacer sola sin usar el celular (y en qué ayudan)1. Caminar en silencio por tu colonia.🔸 Para observar lo ...
09/07/2025

📵 50 cosas que hacer sola sin usar el celular (y en qué ayudan)

1. Caminar en silencio por tu colonia.
🔸 Para observar lo que nunca ves cuando vas con prisa: colores, sonidos, olores.

2. Escribir en un diario.
🔸 Para vaciar tu mente, organizar emociones y escuchar tu voz interior.

3. Leer un libro en físico.
🔸 Para alimentar tu imaginación y descansar tu mente de estímulos digitales.

4. Pintar o dibujar libremente.
🔸 Para expresarte sin juicio y despertar tu creatividad dormida.

5. Meditar o respirar profundo.
🔸 Para reconectar con el presente y calmar la ansiedad.

6. Cantar a todo pulmón.
🔸 Para liberar emociones y subir tu vibración.

7. Cocinar una receta nueva solo para ti.
🔸 Para darte amor desde lo que consumes.

8. Bailar sin música (solo tu ritmo interno).
🔸 Para reconectar con tu cuerpo y tu espontaneidad.

9. Ver el amanecer o atardecer.
🔸 Para recordar que la belleza sucede sin filtros ni notificaciones.

10. Hacer yoga o estiramientos conscientes.
🔸 Para liberar tensiones físicas y emocionales.

11. Escribir cartas (que nunca enviarás).
🔸 Para cerrar ciclos, sanar vínculos o perdonarte.

12. Sembrar algo o cuidar plantas.
🔸 Para recordar que todo toma su tiempo… también tú.

13. Escuchar los sonidos del entorno.
🔸 Para entrenar tu presencia y agudizar la percepción.

14. Ordenar un rincón olvidado.
🔸 Para hacer espacio afuera… y adentro.

15. Practicar afirmaciones en voz alta.
🔸 Para reprogramar tu diálogo interno y empoderarte.

16. Hacer collage con revistas viejas.
🔸 Para manifestar visualmente tus sueños y anhelos.

17. Ir al mercado o tienda con calma.
🔸 Para estar más presente y disfrutar lo cotidiano.

18. Tomar un baño largo con sales o aceites.
🔸 Para soltar estrés acumulado y volver al cuerpo.

19. Observar el cielo o las nubes.
🔸 Para expandir tu mente y practicar contemplación.

20. Escribir poesía o prosa libre.
🔸 Para conocerte a través de tus propias metáforas.

21. Hacer una lista de gratitud.
🔸 Para entrenar tu mente a enfocarse en lo que sí hay.

22. Darte un masaje o automasaje.
🔸 Para cultivar autocuidado y merecimiento.

23. Jugar a adivinar lo que tu cuerpo necesita.
🔸 Para fortalecer tu intuición física y emocional.

24. Hacer respiraciones cuadradas o conscientes.
🔸 Para equilibrar el sistema nervioso.

25. Visitar una librería o biblioteca.
🔸 Para inspirarte sin la prisa digital.

26. Subir a la azotea o mirar desde una altura.
🔸 Para cambiar de perspectiva (literal y simbólicamente).

27. Observar un insecto, flor o piedra en detalle.
🔸 Para recuperar el asombro por lo simple.

28. Jugar con una mascota o animal cercano.
🔸 Para reconectar con la ternura sin palabras.

29. Hacer una caminata en la naturaleza.
🔸 Para volver a la fuente: tierra, viento, raíces.

30. Prender una vela e intencionar tu día.
🔸 Para hacer del inicio algo sagrado.

31. Escribir tus sueños apenas despiertes.
🔸 Para conectar con tu inconsciente y su sabiduría.

32. Hacer origami o manualidades.
🔸 Para entrenar la paciencia y la atención plena.

33. Ir sola al cine o al teatro.
🔸 Para disfrutar tu propia compañía y tu criterio.

34. Escribir lo que te duele.
🔸 Para soltarlo del cuerpo y no cargarlo más.

35. Prepararte una mesa bonita para comer.
🔸 Para recordarte que tú mereces belleza sin testigos.

36. Escuchar música sin ver la pantalla.
🔸 Para dejar que el sonido te envuelva completamente.

37. Observarte en el espejo con amor.
🔸 Para sanar la relación contigo misma.

38. Limpiar simbólicamente tu espacio.
🔸 Para liberar energías estancadas y renovar la vibra.

39. Contar tus bendiciones en voz alta.
🔸 Para reforzar tu poder personal y abundancia.

40. Aprender algo nuevo con tus manos.
🔸 Para despertar otras formas de inteligencia (tejido, cerámica, pan).

41. Hacer ayuno digital por varias horas.
🔸 Para notar cómo cambia tu mente sin estímulos constantes.

42. Rezar, orar o conectar con lo sagrado.
🔸 Para recordar que no estás sola y hay una guía más alta.

43. Escribirle a tu yo del futuro.
🔸 Para visualizar a dónde vas y motivarte.

44. Visitar un lugar nuevo en tu ciudad.
🔸 Para activar tu curiosidad y sentirte exploradora.

45. Vestirte bonita solo para ti.
🔸 Para afirmar que tu valor no depende de que alguien te vea.

46. Crear un pequeño altar con objetos significativos.
🔸 Para honrar tu camino y tu espiritualidad.

47. Observar cómo respiras.
🔸 Para volver al presente cuando la mente se desborda.

48. Hacer una lista de lo que sí te gusta de ti.
🔸 Para sanar el juicio y cultivar autoestima.

49. Cuidar tu casa como si fuera un templo.
🔸 Para transformar lo cotidiano en ritual.

50. Decirte frente al espejo: “Estoy aquí para mí.”
🔸 Para reafirmar que tu propia presencia es suficiente.

✨ Porque estar sola no es estar desconectada… es reconectar contigo sin interferencias.
Estas 50 acciones son medicina en tiempos de saturación digital.

50 cosas que hacer en pareja sin usar el celular1. Mirarse a los ojos en silencio.🔸 Para recordar que el alma también se...
09/07/2025

50 cosas que hacer en pareja sin usar el celular

1. Mirarse a los ojos en silencio.
🔸 Para recordar que el alma también se habla sin palabras.

2. Cocinar juntos una receta nueva.
🔸 Para construir complicidad en medio del caos delicioso de la cocina.

3. Tomar café y hablar de sueños.
🔸 Para mantener viva la llama de lo que todavía está por venir.

4. Caminar sin rumbo, tomados de la mano.
🔸 Para practicar el arte de fluir, sin necesidad de controlar todo.

5. Escribirse cartas a mano.
🔸 Para honrar el tiempo y el detalle que solo lo escrito a mano transmite.

6. Ver juntos el atardecer.
🔸 Para aprender a detenerse y contemplar, como acto de amor.

7. Volver a hacerse preguntas.
🔸 Para seguir conociéndose en nuevas versiones del mismo amor.

8. Bailar en casa, sin música.
🔸 Para dejar que el cuerpo se exprese sin lógica, solo con conexión.

9. Contarse historias antes de dormir.
🔸 Para cerrar el día con intimidad emocional, no con notificaciones.

10. Tener una cena a la luz de las velas.
🔸 Para devolverle al acto de comer juntos su magia y sacralidad.

11. Armar un álbum con fotos impresas.
🔸 Para que los recuerdos se puedan tocar, no solo deslizar en pantalla.

12. Pintar o dibujar aunque no sepan.
🔸 Para salir del juicio y entrar al juego, como cuando eran niños.

13. Tener una conversación larga en la ducha.
🔸 Para que el agua también limpie los silencios guardados.

14. Salir a caminar bajo la lluvia.
🔸 Para romper rutinas y volver a sentir libertad juntos.

15. Cantar juntos una canción completa.
🔸 Para hacer de la voz un puente hacia la alegría compartida.

16. Hacer una lista de sueños juntos.
🔸 Para tener una brújula común hacia donde caminar de la mano.

17. Construir algo con sus propias manos.
🔸 Para ver que el amor también se edifica con clavos, ideas y errores.

18. Dormir abrazados sin distracciones.
🔸 Para volver al ritmo lento del corazón del otro.

19. Despertar y quedarse un rato en silencio.
🔸 Para que el día comience con presencia, no con prisa.

20. Armar un rompecabezas.
🔸 Para entrenar la paciencia conjunta y disfrutar de cada pieza.

21. Leer el mismo libro a la vez.
🔸 Para habitar un mundo paralelo que los une entre páginas.

22. Contarse secretos que nunca han dicho.
🔸 Para dejarse ver con el alma desnuda, sin máscaras.

23. Recrear su primera cita.
🔸 Para recordar el inicio y valorar lo que han construido desde entonces.

24. Salir de noche a ver estrellas.
🔸 Para sentirse parte de algo más grande… juntos.

25. Ver álbumes viejos de familia.
🔸 Para reconocer los caminos que los trajeron hasta aquí.

26. Pasarse una tarde entera en la cama hablando.
🔸 Para demostrar que el tiempo invertido en presencia es el más valioso.

27. Cuidar plantas o sembrar algo juntos.
🔸 Para aprender del ritmo de la naturaleza y del amor que crece.

28. Regalarse palabras bonitas sin razón.
🔸 Para cultivar el afecto sin esperar fechas especiales.

29. Hacerse masajes.
🔸 Para que el cuerpo también se sienta amado, cuidado y escuchado.

30. Caminar descalzos en el pasto.
🔸 Para reconectar con la tierra y con el presente.

31. Ayudar a alguien juntos.
🔸 Para crecer también en el dar y no solo en el recibir.

32. Jugar a juegos de mesa o de papel.
🔸 Para soltar el control y entregarse a la risa y la estrategia compartida.

33. Hacer un picnic casero.
🔸 Para que lo simple se vuelva extraordinario.

34. Hablar del futuro sin miedo.
🔸 Para diseñar una visión común con valentía y esperanza.

35. Repetirse “te elijo” aunque no sea aniversario.
🔸 Para reforzar que el amor es una decisión que se renueva cada día.

36. Darse espacio sin desconectarse.
🔸 Para amar sin invadir, y confiar sin exigir.

37. Ver películas antiguas sin pausas.
🔸 Para entregarse al arte del cine sin interrupciones externas.

38. Escuchar música acostados sin hacer nada más.
🔸 Para que los sonidos sean una caricia al alma compartida.

39. Planear un viaje con mapas de papel.
🔸 Para volver a emocionarse como niños descubriendo el mundo.

40. Escribir un diario juntos.
🔸 Para crear una bitácora del amor en evolución.

41. Jugar a adivinar lo que el otro piensa.
🔸 Para ejercitar la intuición y la conexión emocional.

42. Meditar o respirar juntos.
🔸 Para sintonizar energías y calmar las aguas del día.

43. Contarse lo que admiran del otro.
🔸 Para recordar que amar también es mirar con gratitud.

44. Ver el amanecer.
🔸 Para empezar el día con lo más puro: la luz y el amor.

45. Hacer ayuno digital por un día.
🔸 Para reconectarse sin intermediarios, solo con lo esencial.

46. Construir rituales propios.
🔸 Para crear un lenguaje único entre ustedes.

47. Acariciarse sin intención.
🔸 Para que el cuerpo sepa que no todo es deseo, también es ternura.

48. Dibujarse el uno al otro.
🔸 Para verse desde los ojos del otro y reír con amor.

49. Celebrar sus logros aunque sean pequeños.
🔸 Para que el amor también sea aplauso y validación.

50. Decirse: “gracias por estar”.
🔸 Para reconocer que la simple presencia es el mayor regalo.

Porque en un mundo que grita distracción, amar en silencio y con intención… es un acto revolucionario.
Estas 50 ideas no son solo actividades: son recordatorios de que el verdadero amor no necesita conexión WiFi, solo conexión real.

No todo se cuenta. No por miedo… sino por sabiduría.Hay dolores que se lloran en la intimidad. Hay luchas que no se comp...
28/06/2025

No todo se cuenta. No por miedo… sino por sabiduría.

Hay dolores que se lloran en la intimidad. Hay luchas que no se comparten con cualquiera.
Porque la energía de tu hogar es sagrada, y no todos los oídos merecen escuchar lo que pasa dentro de tus muros.

A veces, hablar demasiado es abrir puertas a energías que no construyen.
A veces, callar y orar es más fuerte que gritarlo todo.

1. Conflictos entre hermanos

No conviertas las diferencias familiares en alimento para la lengua ajena.
Hoy hay enojo, pero mañana puede haber perdón.
Y lo que dijiste afuera —cuando estabas herida— ya no se podrá borrar.
Protege los lazos. Habla con quien construya, no con quien disfrute el drama.

2. Enfermedades crónicas o delicadas

Tu cuerpo es tu templo. Y tu salud es un proceso íntimo, no una historia pública.
Comparte tu camino solo con quienes traen compasión, y no con quienes solo tienen curiosidad.
No estás obligada a explicar tu dolor a nadie. La sanación necesita espacios seguros.

3. Deudas, amenazas y caos económico

No le abras tu vulnerabilidad a quien no tiene cómo ayudarte.
Las palabras mal dirigidas pueden generar juicio, miedo, o incluso burla.
Tu situación puede mejorar, pero tu dignidad no siempre puede repararse si la expones donde no hay amor.

4. Vicios, adicciones o sombras de tus hijos

Lo que hoy es una lucha, mañana puede ser un testimonio.
Dios no ha terminado con ellos. Aún están en construcción.
No los exhibas. Protégelos. Cúbrelos. Háblales más a ellos… y menos de ellos.

Recuerda:

No todo el que te escucha, lo hace desde el respeto.
No todo el que pregunta, lo hace desde el amor.

🔑 La prudencia no es desconfianza:
Es proteger lo que aún está en proceso de sanación.

🙏🏼 Cierra la boca al mundo. Abre el alma a la oración. Protege tu casa como el tesoro que es.

“El dolor físico es el único modo que encuentra tu cuerpo para expresar la incoherencia que estás manifestando entre lo ...
23/06/2025

“El dolor físico es el único modo que encuentra tu cuerpo para expresar la incoherencia que estás manifestando entre lo que sientes y lo que haces.”

Cuando el alma calla, el cuerpo grita.
Cuando postergas tus emociones, reprimes tu verdad o te obligas a sostener una vida que no está alineada con tu sentir más profundo, el cuerpo toma la palabra. No con metáforas, no con símbolos, sino con síntomas. Porque el cuerpo no miente, solo revela.

El dolor físico no es un castigo, es un lenguaje. Es un recurso último, un grito de auxilio que surge cuando has ignorado por demasiado tiempo lo que tu corazón ya sabía.
Ese malestar que no entiendes, esa contractura persistente, ese cansancio sin razón aparente… tal vez no se originan solo en lo físico, sino en la distancia entre tu verdad interna y tu realidad externa.

👉 Cuando sientes una cosa, pero haces otra.
👉 Cuando dices “sí”, pero tu alma clama “no”.
👉 Cuando tu cuerpo pide descanso, pero tú exiges rendimiento.
👉 Cuando te duele la vida… y te duele el cuerpo también.

El cuerpo se convierte entonces en un espejo de la incoherencia. Y no es enemigo, es aliado.
Te está pidiendo que regreses a ti. Que te escuches. Que te alinees. Que hagas las paces entre lo que piensas, lo que sientes y lo que haces. Porque cuando hay coherencia, hay salud. Cuando hay verdad, hay equilibrio. Y donde hay presencia, ya no hay necesidad de dolor.

Alejandro JodorowskyÉl habla del ajedrez como símbolo de la vida estructurada, patriarcal, jerárquica, donde las piezas ...
14/06/2025

Alejandro Jodorowsky

Él habla del ajedrez como símbolo de la vida estructurada, patriarcal, jerárquica, donde las piezas representan roles (rey, reina, peones, etc.) y donde todos juegan según las reglas de un sistema que no han cuestionado. En su visión:

“La única forma de ganar en el ajedrez de la vida es no jugar.”

¿Qué significa salir del juego, según esta metáfora?

1. Dejar de identificarse con una pieza.
Salir del juego es reconocer que no eres una pieza del tablero (ni la reina poderosa, ni el peón sacrificado). Eres la consciencia que observa el tablero, incluso que lo trasciende.

2. Dejar de pelear por el mismo objetivo que todos.
Las piezas luchan por conquistar, sobrevivir, avanzar. Pero tú, al despertar, dejas de pelear, de avanzar “hacia” y de obedecer reglas que no creaste.

3. Salir del tablero.
El tablero es la vida programada, la visión dual, el karma repetitivo. Salir del tablero no es morir, sino vivir sin quedar atrapado en las reglas invisibles del ego, la sociedad o el linaje.

4. Ver que tú también diseñaste el juego.
Desde una visión más elevada (espiritual o cuántica), tú fuiste el autor del juego, de las heridas, de las piezas que elegiste encarnar. Salir del juego es recordar que puedes crear un nuevo tablero, o incluso que no necesitas tablero alguno.

¿Cómo se sale del juego?

1. Reconozco que estoy en un juego

“Veo que estoy jugando un papel. Que aprendí a moverme como me enseñaron. Que he sido reina, peón, caballo y torre… según lo que se esperaba de mí.”

2. Detecto la estrategia del ego

“Me doy cuenta de las jugadas automáticas: complacer, defenderme, sacrificarme, conquistar, controlar, temer. Las veo con compasión, sin juicio.”

3. Observo el tablero desde fuera

“Ya no soy la pieza. Soy la mirada que ve. Soy el espacio entre los movimientos. Soy la presencia que sostiene todo sin necesidad de actuar.”

4. Me bajo del tablero

“No necesito moverme para valer. No necesito ganar para ser. No necesito seguir el plan de nadie. Hoy dejo de jugar al juego del sufrimiento, la lucha, la jerarquía.”

5. Elijo un nuevo principio

“Elijo la libertad. Elijo la autenticidad. Elijo el juego del amor consciente, no del drama aprendido.”

Salir del juego es despertar.

Es darte cuenta de que no eres un jugador ni una jugada.

Eres el espacio infinito que contiene el juego… y que puede salirse cuando ya no lo necesita para recordar quién es.
SANAZ

“Solo cuando reconozco mi lugar pequeño ante lo grande, el amor puede fluir en orden y sanar.”Bert Hellinger
11/06/2025

“Solo cuando reconozco mi lugar pequeño ante lo grande, el amor puede fluir en orden y sanar.”

Bert Hellinger

Sanaz(Cuando regresas a ti)Sanaz,cuando regresas a ese lugar secretodentro de ti,no herido,no roto,no olvidado,sino eter...
11/06/2025

Sanaz

(Cuando regresas a ti)

Sanaz,
cuando regresas a ese lugar secreto
dentro de ti,
no herido,
no roto,
no olvidado,
sino eterno.

Sanaz,
cuando callas el ruido del mundo
y escuchas la voz antigua
que habita tu centro.
Esa que nunca fue tocada,
ni dañada,
ni vencida.

Allí,
donde no hay género ni historia,
sólo presencia,
inocencia viva,
y una memoria limpia
que te recuerda
quién eres
más allá del tiempo.

Desde ese núcleo puro,
puedes volver a nacer
una y otra vez,
libre de culpa,
libre de máscaras,
libre de todo lo que no eres tú.

Tu verdadera esencia
es sagrada,
absoluta,
indestructible.

Y cuando la habitas,
Sanaz sucede:
la sanación es ahora.
La luz eres tú.
El regreso… es completo.

SANAZ

El panadero que encendía el inviernoMuchos años después de la guerra, en una calle perfumada de canela y levadura, se al...
29/05/2025

El panadero que encendía el invierno

Muchos años después de la guerra, en una calle perfumada de canela y levadura, se alzaba una pequeña panadería con vitrales dorados por la luz de la mañana. La gente no solo iba por el pan, sino por el alma que se cocía en cada hogaza. Detrás del mostrador, con un delantal blanco y manos arrugadas por el tiempo y la ternura, trabajaba Ángel, un hombre de ojos quietos y voz como pan tibio.

Era judío. Y su panadería, “Luz de Masa”, era famosa no solo por sus recetas, sino por la calidez invisible que envolvía el lugar, como si las paredes hubieran sido horneadas con esperanza.

Los niños decían que sus galletas curaban la tristeza. Las madres juraban que su pan trenzado traía sueños dulces. Pero lo que pocos sabían era que aquel panadero tenía una historia en el corazón más poderosa que cualquier receta.

Cuando alguien le preguntaba cómo había sobrevivido al Holocausto, Ángel no respondía con cifras ni fechas. Lo hacía con una historia.

Se quitaba el gorro, dejaba el amasijo en pausa y, con voz suave como migaja, decía:

—¿Sabes por qué estoy vivo hoy?

Y contaba:

“Era solo un adolescente cuando los n***s nos subieron a un tren de hierro y desesperación. Rumbo a Auschwitz. No sabíamos a dónde íbamos, pero el vagón ya era un in****no.

Éramos decenas de almas comprimidas en un vagón de madera, sin ventanas, sin comida, sin agua. El frío era una garra. El aliento se convertía en hielo al salir de la boca. La nieve caía afuera, pero adentro… caía la esperanza.

Junto a mí, un anciano temblaba. No hablaba. Solo temblaba. Con cada hora, sus movimientos eran más lentos, más débiles. Y yo también sentía que me deshacía, como un copo en la mano de la muerte.

Pero entonces… algo en mí despertó. Quizá fue la voz de mi madre, o el recuerdo de una tarde de verano. Me incliné sobre él. Comencé a frotar sus manos con las mías. Le calenté la cara, el pecho, los brazos. Lo abracé. Lo abracé con toda la fuerza que el frío me había dejado.

Le hablé toda la noche. Le conté historias de pan recién salido del horno, de limonadas en primavera, de rezos bajo la mesa los viernes por la tarde. Le pedí que aguantara. Que no se durmiera. Que me hablara de su vida. Que recordara su nombre.

Cuando llegó el amanecer, una luz gris filtró entre las rendijas del vagón. Miré alrededor… y sentí que el hielo me había partido el alma.

Todos los demás… todos… habían mu**to congelados durante la noche.

Solo quedábamos él… y yo.”

Y entonces Ángel se quedaba en silencio un momento. La panadería entera se aquietaba. Se escuchaba el susurro del horno como un corazón latiendo. Y luego, con una media sonrisa que parecía hecha de mil lágrimas horneadas, decía:

—Él vivió… porque lo mantuve caliente.
Yo viví… porque lo mantuve vivo.

El secreto de la supervivencia no fue el pan ni la suerte. Fue el calor humano.

Porque cuando calientas el corazón de otro… el tuyo también se enciende.

Cuando ayudas a vivir… vives tú también

“Sanar con papá, cobrar con el alma”Cobrar poco no es estrategia,es una herida que sangra en silencio,es el eco de un “n...
29/05/2025

“Sanar con papá, cobrar con el alma”

Cobrar poco no es estrategia,
es una herida que sangra en silencio,
es el eco de un “no vales”
dicho con gestos o con ausencias,
es la sombra de un padre ausente
en el corazón de quien se entrega.

No, no se trata solo de dinero…
se trata de la raíz invisible
donde germina tu valor.
Se trata de ese niño o niña
que un día esperó un “estoy orgulloso de ti”
y, al no oírlo, aprendió a regalarse.

Cuando no honras tu precio,
te olvidas de ti misma en el trueque,
te marchitas en el dar sin recibir,
te escondes tras la falsa humildad
de quien teme brillar muy alto,
por si papá no te alcanza a ver.

Desde las constelaciones del alma,
el padre es tierra firme,
es impulso hacia el logro,
es la mano que empuja y el “tú puedes”
que aún resuena cuando está en paz.
Pero si falta, se rompe el puente
que lleva al merecimiento.

Entonces… cobras poco.
O nada.
O con culpa.
O mirando al suelo.

Y no es estrategia, es nostalgia,
es el deseo oculto de que el mundo te ame
como él no supo, como él no pudo.
Es una deuda invisible que no te corresponde.
Es seguir esperando ser elegida…
sin darte cuenta de que ya lo eres.

Pero un día despiertas.
Y entiendes que sanar es tomar tu lugar.
Que lo justo no es mucho, ni poco:
es sagrado.

Y entonces cobras con dignidad,
como quien ha limpiado su linaje,
como quien dice con el alma:
“Papá, gracias por darme la vida.
Hoy elijo darme yo lo que me faltó.”

Y el mundo, que antes parecía inaccesible,
se vuelve espejo de tu sanación.
Porque quien honra su valor,
abre las puertas del merecer.
Y entonces cobrar
ya no es pedir…
es florecer.

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