27/11/2025
La palabra “testificar” proviene del latín testificari, que a su vez deriva de te**is, que significa “testigo”. En la antigua Roma, los hombres juraban la veracidad de su testimonio colocando una mano sobre sus propios testículos, como símbolo de que hablaban con honor y verdad. Este gesto tenía una carga simbólica profunda: los testículos eran considerados fuente de la virilidad y la integridad masculina, por lo que tocarlos al jurar implicaba comprometerse con todo su ser.
Con el tiempo, el término evolucionó hacia el sentido legal que conocemos hoy, desvinculándose del gesto físico pero conservando la raíz etimológica. Así, “testificar” no solo implica declarar algo ante una autoridad, sino también remite a una tradición antigua en la que el cuerpo y la palabra estaban íntimamente ligados al acto de decir la verdad.