
19/08/2025
"A veces explico jocosamente en mis talleres que la prueba de que nuestra pareja funciona consiste en mirar al otro a los ojos e imaginar que le decimos algo tan poco romántico como «sin ti también sería feliz, sin ti también habría vida para mí», para agregar a continuación: «pero te elijo a ti para vivir porque me encanta que seas tú». Es una barbaridad hacerle sentir a nuestra pareja que sin ella ya no habría vida para nosotros. A veces, me encuentro en mis talleres con que alguien me dice que su pareja amenaza con quitarse la vida si la dejan. Más que una entrañable expresión de amor parece su contrario, un chantaje indigno. Qué carga tan pesada sostener en las propias manos la vida de otra persona, excepto si uno alimenta erróneamente su estima en la dependencia de otros.
Aunque suene paradójico, es bueno que en el fondo las personas sepan que sin el otro también les iría bien. Me parece una manera fantástica de lograr una especie de antídoto contra la dependencia y el infantilismo en el amor. Cuando experimentamos un «sin ti no podría vivir», nos comportamos como niños, pues miramos al otro como si fuera nuestra madre o nuestro padre. Y esto, en la pareja, puede aguantarse cuando es leve, pero si es excesivo no puede funcionar: una pareja se fundamenta en la sexualidad y en la igualdad de rango, y no tiene nada que ver con una relación materno-paternofilial. Una pareja es una relación contractual y condicional. La relación incondicional se da entre padres e hijos, pero no entre adultos."
- Joan Garriga, "El buen amor en la pareja"