30/08/2025
EL PACIENTE IMPACIENTE
Hay un niño en su interior que alguna vez esperó, esperó que el mundo llegara a tiempo,
que las promesas se cumplieran, que las manos adultas no temblaran ni olvidaran.
Pero el mundo llegaba tarde, a veces ni siquiera llegaba. Y entonces aprendió que confiar era un riesgo, que pedir era exponerse, y que la espera dolía más que el silencio.
Así que creció con una certeza grabada en el pecho: "No voy a quedarme esperando."
Cada incumplimiento, cada fallo, cada injusticia pequeña, es un eco de aquel abandono primero. Su enojo no es rabia hueca, es la voz del niño que no quiere volver a ser dejado atrás.
En su furia hay un deseo sagrado: que el mundo sea justo, que la palabra se cumpla, que la vida no vuelva a fallarle.
Pero mientras pelee con toda su fuerza contra la falta, seguirá atado a ella. Quizá el alivio no esté en que todo sea perfecto, sino en saber que puede caminar, incluso cuando el camino no esté completo.