27/03/2025
❤️🐮
Allá por el 2021, puse esta nota. Sigue vigente , pues la Alergia a la Proteína de la Vaca sigue ahí, bien o mal diagnosticada. (Paciencia, que es mucho rollo)
Hablemos pues del difícil tema de la APLV. Es la alergia a la proteína de la leche de la vaca. Y sí, si está de moda, pero con eso no quiero decir que no exista. No se sulfuren. Si tienes un bebito que está atravesando por este problema, la idea es que la presente información te sea útil, pero es probable también que te hayan dicho que tu bebé tiene APLV y no sea cierto, entonces también esta información podrá serte útil.
El sobrediagnóstico es enorme debido a que, como suele suceder con algunas enfermedades, se puso de moda. Hasta hay grupos especiales de mamás con niños APLV.
La “moda” ha provocado que muchos bebés (de verdad son muchos) que no tienen el problema, sean alimentados con fórmulas caras e innecesarias, y que sometan a la mamá a una muy complicada restricción de lácteos, inútil también.
Para colmo, a los niños que sí tienen APLV, a veces no los diagnosticamos o tardamos en hacerlo, lo que causa angustias terribles a los papás, que ven que su hijo realmente se la pasa mal y nadie tiene idea del porqué. Es que el diagnóstico de APLV no es fácil. Las molestias que ocasiona se confunden con otros problemas que son más comunes, tales como el reflujo, el cólico del lactante, la dermatitis atópica, gastroenteritis, bronquiolitis o hasta simples gripas. La confunden con otro problema alimentario, la famosa y también de moda “intolerancia a la lactosa”. No obstante, son cosas totalmente diferentes y el tratamiento es otro. El de APLV es un diagnóstico que no se puede hacer a las carreras. Requiere una cuidadosa historia clínica.
Pero… ¿y en qué consiste la enfermedad?
Como su nombre lo indica, es una alergia. En términos muy llanos, las alergias consisten en una reacción exagerada o errónea del sistema inmunitario. Es como si nuestras defensas, al atacar a un extraño enemigo (la proteína de la leche de vaca), nos atacaran a nosotros mismos. “Fuego amigo”, vamos.
En este caso, lo que causa la alergia es la proteína de la leche de la vaca, qué al ponerse en contacto con nuestro sistema inmune, este reacciona de manera exagerada, algo así como algunas de mis queridas lectoras cuando escribo cosas que no les gustan.
El sistema inmune ataca a la proteína extraña, pero se pasa de “intenso” y le sigue contra los órganos del niño, causando sobre todo “inflamación”. Así es. La inflamación es lo que en realidad vemos: si es en la piel, ronchas y enrojecimiento (dermatitis); sí es en los intestinos, sangre y moco en el popó, vómito, cólicos (enteritis); si es la nariz, mocos y congestión nasal (rinitis); si es en los vasos sanguíneos, se observa hinchazón de los pabellones auriculares o de los labios, por ejemplo (angioedema). En casos más graves, la reacción más intensa y por mucho la más peligrosa es la anafilaxia. Ahí se inflama todo, causando dificultad respiratoria severa. El niño se pone pálido y luego azul, se le hincha lengua y si no se atiende de inmediato con adrenalina, puede ser fatal. Esas anafilaxias son raras, pero existen.
Hay dos tipos de APLV. Dependiendo de qué parte del sistema inmune reaccione. La más común, es provocada por una inmunoglobulina. Las inmunoglobulinas son anticuerpos, es decir defensas. Las abreviamos con las letras “Ig”. Y hay de varias. La que nos interesa se llama “E”. Sí, “E”.
Las “Ig” tienen nombres muy cortitos de una sola letra, lo que está muy bien porque si no sería un relajo. Tenemos IgE, IgM, IgA y otras, pero la culpable de la mayoría de las APLV, es la IgE.
Las APLV mediadas por IgE son las más comunes. Son de aparición rápida, se observan los signos y síntomas casi siempre en menos de una hora. Son inmediatos y se ven principalmente en la piel. La carita del bebé se pone roja, salen ronchas extensas (urticaria), que se extienden a todo el cuerpo. Se pueden hinchar los labios y las orejas (angioedema). Puede haber rinitis y dificultad respiratoria cuando se inflaman los bronquios, como en el asma. Puede haber vómito y diarrea, pero se caracterizan por aparecer durante los primeros minutos después de la toma. Pocas veces después de la hora.
Cuando se sospecha una APLV mediada por IgE, se puede hacer un análisis para detectar la inmunoglobulina E, culpable. De esto se encarga el alergólogo pediatra. Con “test” se hace el diagnóstico.
A veces la APLV no es provocada por inmunoglobulinas, sino por otros factores del sistema inmune. Se le conoce como:
APLV no mediada por IgE:
En estos casos, los síntomas tardan más en aparecer. Casi siempre dan problemas digestivos que suelen verse algunas horas o hasta días después de haber tomado la leche. Es el niño con vómitos frecuentes, diarrea con moco y sangre, que rechaza el biberón y no es raro que se desnutra. Sus síntomas son confusos, variados y lamentablemente aquí no hay “test”. El diagnóstico es clínico, por lo que se necesita una buena dosis de sospecha y una excelente historia clínica. Será difícil hacer el diagnóstico a la primera consulta, pues todo puede empezar como si fuera un simple cólico. Estos bebitos necesitan seguimiento y una buena comunicación entre el médico y el paciente.
En ambos casos, el tratamiento es quitar la causa. Es decir, la proteína de la leche de la vaca. Ese extraño enemigo.
Cuando los bebés tienen una lactancia artificial o lactancia mixta, se necesitarán fórmulas especiales, de las llamadas ampliamente hidrolizadas, esas que saben a agua de trapeador con azúcar (afortunadamente a los bebés no parecen molestarles demasiado). Si toman pecho, mamá deberá restringir todos los lácteos de su dieta, porque la proteína de la leche de vaca puede pasar a la leche materna. Es una dieta difícil, porque son muchos los alimentos que contienen trazas de proteína de leche de vaca. Mamá tiene que tener mucho cuidado con lo que come.
¿Cómo prevenir la APLV?
Hasta la fecha, la única forma de prevenir la APLV es la lactancia materna exclusiva mientras más tiempo, mejor. Mientras menos se exponga al bebé a las fórmulas, mejor. Sabemos que esto no siempre es posible, pero ni modo, es lo que hay. La idea es que quienes puedan tener una lactancia materna exclusiva la tengan, y quienes no, estén pendientes de los signos y los síntomas para que si les toca la de malas, se diagnostique oportunamente y se atienda.
Pero recuerden:
Que el bebé tenga mocos, tos, ronchas, diarrea, popó con moco o hasta con sangre; que tenga cólicos y reflujo, que tenga flatulencias y que esté “envarado” o que ande necio, no significa que tenga APLV.
Habrá que irse con más cuidado con esto, porque estamos viendo todos los días niños con dermatitis atópica, con reflujo fisiológico, con cólico del lactante, con intolerancia a la lactosa, con gripa y hasta con estreñimiento, que son tratados como APLV, mientras que las verdaderas APLV se nos escapan.
Posdata:
¿Se cura?
Sí. La cura el tiempo. La mayoría de los bebés con APLV la superan al llegar al preescolar.
¡Saludos!