28/07/2024
En julio de 2022, después de trabajar durante 10 años en una institución gubernamental, donde desempeñé diversos roles en psicología durante 8 años, me enfrenté a una situación crucial. A pesar de haber ascendido en puestos y mejorado mis ingresos, me di cuenta de que no podía postergar más la apertura de mi propio consultorio privado de atención psicológica. La desconexión entre lo que quería y necesitaba de lo que estaba experimentando era enorme. No tenía tiempo para cuidar de mí misma, ni para estar presente en mi matrimonio y con mis familiares.
Abrir mi consultorio siempre fue mi mayor deseo profesional, pero tuve muchos miedos y desafíos. Al terminar la licenciatura, intenté hacerlo mientras mantenía mi otro trabajo, pero me desilusioné rápidamente por la falta de pacientes y no estaba en posición de renunciar a mi empleo estable. Intenté buscar satisfacción profesional y económica presentando proyectos dentro de la institución, pero sólo aumentaban las tareas y las horas de trabajo, no los ingresos.
Eventualmente, tras intentar conseguir un trabajo bien remunerado en otro lugar, acepté mi realidad y traté de hacerla más llevadera. Comencé a atender algunos pacientes cuando mi horario laboral me lo permitía, hasta que tuve la oportunidad de ascender en mi empleo, donde se me había prometido un horario y funciones establecidas. Aunque no me desempeñaría según mi perfil, tendría tiempo para atender a mis pacientes y podría comprometerme ofreciéndoles horarios establecidos. Sin embargo, esto no funcionó como esperaba y me encontré nuevamente sin tiempo para atender mis necesidades (incluso las más básicas), sin tiempo para convivir con mi familia, sin tiempo para dedicarme a lo que más amo la atención psicológica, y con mi salud deteriorándose debido al desgaste físico, mental y emocional.
Renunciar fue difícil, pero necesario para mi bienestar. Gracias a esa crisis, tomé la decisión que cambiaría mi vida y mi desarrollo profesional. Aunque tenía miedo de enfrentar problemas económicos y el desafío de dar a conocer mi servicio en redes sociales sin tener experiencia en hablar frente a la cámara, edición, marketing digital, diseño, etc., di un "salto de fé". Después de dos años de desafíos y esfuerzo en mantener mis redes sociales y mi proyecto, hoy puedo contribuir económicamente a mi familia al nivel que solía hacerlo, tengo una agenda de pacientes y sigo aprendiendo y preparándome más para darles una mejor atención y servicio.
Estoy agradecida con la vida, mi esposo, que me ha apoyado en el proceso, y las personas que han confiado en mi servicio para mejorar su salud mental. Pero también estoy orgullosa y feliz por haber apostado por mí y por mi bienestar, y por seguir trabajando terapéuticamente en mi propia salud mental. Cada quien va a su ritmo y en su propio tiempo.
Si estás leyendo esto, vas bien; aunque sean pequeños pasos, son grandes avances hacia una nueva dirección. Confía en ti, disfruta el momento presente y no te enfoques solo en los resultados, sino en tomar decisiones y acciones que te acerquen a lo que deseas, necesitas y mereces. Todos intentamos hacer lo mejor cada día con nuestros propios recursos.
Si llegaste hasta aquí, gracias por leerme. Abrazos digitales.