25/08/2025
LA DEUDA INMUNOLÓGICA: UN CONCEPTO IMPORTANTE EN PEDIATRÍA.
(Sobre todo ahora que inicia el ciclo escolar).
En los últimos años, el mundo sufrió un episodio histórico sin precedentes: la pandemia de COVID-19. Este evento no solo transformó nuestra manera de convivir, trabajar y relacionarnos, sino que también dejó huellas profundas en la salud de los más pequeños. Uno de los conceptos que ha cobrado relevancia en la pediatría es el de la “deuda inmunológica”, un fenómeno que puede resultar preocupante para los padres, especialmente cuando sus hijos inician su vida en la guardería. Comprenderlo es esencial para evitar miedos innecesarios y, sobre todo, para acompañar con paciencia y correctamente el desarrollo natural del sistema inmune infantil.
Durante el confinamiento, el uso de cubrebocas, el cierre de escuelas y la disminución del contacto social redujeron drásticamente la exposición de los niños a virus respiratorios e intestinales comunes. Esto, por un lado, los protegió de enfermedades, pero por otro limitó la “práctica” de su sistema inmunológico. El organismo de un niño aprende y se fortalece al enfrentarse a múltiples infecciones leves, como resfriados, gripes o bronquiolitis. Al no tener ese entrenamiento durante los años más críticos de la pandemia, muchos niños enfrentaron una carga mayor de enfermedades al entrar en contacto con otros pequeños en espacios colectivos, como guarderías y preescolares, cuando estas se abrieron nuevamente en el ciclo escolar de otoño del 2022. Los niños que nacieron en el 2018-2022, al iniciar o regresar al kínder, se enfermaron durante ese invierno cada 15 días, y a veces, en forma grave, con los virus de toda la vida. Los consultorios pediátricos y los hospitales estaban atestados de influenza, bronquiolitis, COVID y otros virus y bacterias.
Este “pago retrasado” es lo que llamamos deuda inmunológica. Aún sin COVID, un niño que estuvo en casa e inicia su vida en la guardería o kínder, también se enfermará más. No significa que los niños estén más débiles, sino que tienen un sistema inmune menos entrenado y, al exponerse de golpe a múltiples virus, parecerá que “se enferman todo el tiempo”. Para los padres, esta experiencia puede ser angustiante: ver a sus hijos con mocos persistentes, tos recurrente o episodios de fiebre frecuentes puede interpretarse como señal de fragilidad. Sin embargo, lejos de ser motivo de alarma, este proceso es parte de la maduración normal del sistema inmune, acelerado ahora por la necesaria exposición a otros niños.
Es importante recordar que los primeros DOS AÑOS en la guardería siempre serán un periodo de alta incidencia de infecciones respiratorias y gastrointestinales. Después del COVID, los inviernos del 2022 y 2023 fueron muy difíciles, y el 2024 ya vimos casos con la frecuencia de antes de la pandemia. Pero de que se enferman, se enferman.
Para los padres, la clave está en tener expectativas realistas y en comprender que la salud infantil no se mide en la ausencia absoluta de enfermedades, sino en la capacidad del niño para enfrentarlas y recuperarse. El hecho de que un hijo enferme seguido en la escuela no implica debilidad ni “defensas bajas”, sino justamente lo contrario: un sistema inmune en proceso de entrenamiento. Niño que no se expone a su medio ambiente, que no se enferma por sobreprotección de los papás y la familia, no tendrá un sistema maduro a mediano y largo plazo, lo que acarreará en su vida futura problemas alérgicos, de autoinmunidad y de cáncer. Los “mocos”, el “chorrillo”, la tos que no se quita y la fiebre en los primeros años de vida son indicio de que en la vida futura el sistema de defensas estará muy entrenado y robusto.
El rol de los adultos es acompañar este camino con paciencia y con medidas de apoyo: mantener al día el esquema de vacunación, ofrecer una alimentación variada y nutritiva, asegurar el descanso adecuado y acudir oportunamente al pediatra cuando los síntomas sean más intensos o persistentes. De forma muy importante es no usar antibióticos de forma indiscriminada. Con estos cuidados, el sistema inmune infantil se fortalece y, hacia los 4 o 5 años, la frecuencia de enfermedades tiende a disminuir de manera significativa.
Nuevamente, lo he repetido y lo repetiré hasta el día que abandone este planeta: las vitaminas, los “omegas” y todas las sustancias que te venden haciéndote creer que “fortalecen defensas”, no sirven. Desde luego, tu hijo necesita minerales, vitaminas variadas, omegas etc. pero estos se deben adquirir en una sana alimentación.
En conclusión, la deuda inmunológica es un recordatorio de que la biología tiene sus propios ritmos y que el sistema inmune necesita enfrentarse a la adversidad para crecer. Aunque los padres puedan sentir frustración o cansancio al ver a sus hijos enfermar con frecuencia en la guardería, deben entender que este es un proceso inevitable y transitorio. Superado este periodo, los niños estarán mejor preparados para enfrentar el mundo con un sistema inmune más sólido y resiliente.
P.D. La deuda inmunológica es más pronunciada en el primogénito. Los siguientes se enferman desde más pequeños pues el hijo o hijos mayores llevan a la casa los virus, de tal manera que un tercer hijo, al entrar a la guardería, ya tiene más anticuerpos… Por otro lado… con el tercer hijo o subsecuentes, los padres ya están más relajados y saben a lo que se enfrentan… Luego, hasta se relajan de más…
Que tengas un buen inicio de semana, y a entrarle con ganas al inicio o regreso de los hijos a la escuela.