17/02/2025                                                                            
                                    
                                                                            
                                            Aprovecharé este post para hablar sobre las emociones ya que estss no son “buenas” ni “malas”, ni tampoco elnrojobes de enojo ya que son solo emociones 
En la psicología actual, especialmente desde la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC), entendemos que no existen emociones “positivas” ni “negativas”, sino que todas son respuestas naturales del ser humano a situaciones que nos afectan. A menudo, nos enseñan que debemos evitar o rechazar las emociones que percibimos como "negativas", pero esto solo genera mayor sufrimiento.
Un ejemplo común de la vida diaria: Imagina que tu jefe te da una crítica en el trabajo. La emoción que sientes es probablemente la tristeza o incluso la ira. ¿La crítica es "mala"? No necesariamente. Es una respuesta emocional a algo que nos desafía. Lo importante es lo que haces con esa emoción. Según el modelo ABC de la TCC, A (evento activador) genera B (creencias sobre ese evento), lo que da lugar a C (emoción). Así, nuestra percepción y cómo interpretamos la situación influye directamente en cómo nos sentimos. La emoción en sí misma, ya sea tristeza, enojo o incluso alegría, es solo una respuesta fisiológica y mental. Lo que importa es cómo interpretamos y reaccionamos ante ella.
¿Por qué es crucial entender esto?
La ciencia nos muestra que el etiquetar nuestras emociones como “buenas” o “malas” puede empeorar la situación. Según estudios de la psicóloga Susan David, autora del libro Emotional Agility, cuando luchamos contra nuestras emociones "negativas", estas pueden intensificarse, generando más estrés, ansiedad o depresión. En cambio, aceptar todas nuestras emociones como válidas nos permite gestionarlas de manera más efectiva.
¿Y las emociones “positivas”?
La alegría, el entusiasmo o la gratitud se consideran emociones "positivas", pero también pueden generar su propio tipo de presión. Por ejemplo, estar constantemente buscando "la felicidad" puede generar ansiedad, ya que nos lleva a idealizar un estado que no siempre es sostenible. Como señala la psicóloga Barbara Fredrickson en su teoría de la "Ampliación y construcción", las emociones positivas nos ayudan a ampliar nuestras perspectivas, pero también debemos ser conscientes de que no son más valiosas que las emociones complejas o difíciles.
La clave está en el equilibrio y la regulación emocional.
Lo que verdaderamente importa no es categorizar nuestras emociones, sino desarrollar la capacidad de reconocerlas, aceptarlas y, sobre todo, comprender de dónde provienen. Esto es lo que fomenta el bienestar a largo plazo.
Así que la próxima vez que sientas enojo, tristeza o felicidad, recuerda: todas son emociones humanas, válidas y útiles. Aprender a manejarlas con inteligencia emocional es el primer paso hacia una vida más saludable y equilibrada.