01/12/2025
Una creciente evidencia sugiere una compleja relación bidireccional entre la obesidad y la depresión, lo que podría explicar su aumento paralelo en la población. El trastorno depresivo mayor (en el DSM-5-TR, denominado depresión) se asocia con un mayor riesgo de aumento de peso, y la obesidad, a su vez, se asocia con una mayor vulnerabilidad para desarrollar trastornos depresivos.
La hipertrofia del tejido adiposo y la disbiosis intestinal aumentan la liberación de factores inflamatorios, como citocinas y lipopolisacáridos, que llegan al cerebro. Allí, promueven una respuesta microglial desregulada que conduce a neuroinflamación y neurotoxicidad. Estas respuestas afectan la síntesis de neurotransmisores, la neurogénesis y la plasticidad sináptica, contribuyendo al desarrollo de síntomas depresivos.
La depresión se presenta como una condición estrechamente vinculada a procesos inflamatorios periféricos y centrales, donde la comunicación bidireccional entre el cerebro, el tejido adiposo y el intestino desempeña un papel crucial en su fisiopatología. Hasta en un 30% de los pacientes, la obesidad se puede acompañar de la depresión. Un dato que nos indica la importancia de la atención en la salud mental, no solo es bajar de peso.
Monsalve y col.(2025)
Obesidad y depresión: una relación patofisiotóxica
https://www.mdpi.com/1422-0067/26/23/11590