29/07/2025
Este servidor es un claro ejemplo que la rehabilitación es real. Un milagro mas que el centro de rehabilitación y desarrollo humano Gladiadores Valladolid ha podido realizar.
Este ser humano, que un día sintió que todo estaba perdido, hoy se levanta cada mañana para servir a quienes aún están buscando una salida."
Esta es parte de su historia:
Mi nombre es Ricardo Chablé Cemé, tengo 27 años, y hoy puedo decir con orgullo que soy una nueva persona, muy lejos de aquel joven perdido en el mundo de las adicciones.
A los 15 años probé por primera vez la ma*****na y el alcohol. En aquel entonces lo hacía “por diversión”, sin imaginar que esa decisión sería el inicio de un camino oscuro. Recuerdo a mis padres advirtiéndome que terminaría mal, pero como todo adolescente rebelde, no escuché sus consejos.
Con el tiempo, las sustancias se volvieron más fuertes y peligrosas. A los 19 años me convertí en padre, y creí que eso bastaría para cambiar. Quería dejar las dr**as, cuidar a mi hijo y asumir mi responsabilidad, pero pronto descubrí que no sería tan fácil.
Cuántas veces le prometí a mi madre que dejaría todo aquello, y cuántas veces recaí… El consumo se había convertido en mi “paraíso infernal”, una prisión que me arrastraba, dejando en mis venas un deseo insaciable que destruía lo poco que quedaba de mí.
La dependencia ya me dominaba. Aunque sobreviví a muchas sustancias, mi vida ya no era la misma. Mi aspecto y mi comportamiento me convirtieron en un hombre juzgado, señalado y rechazado por la sociedad. Cuando me miraba al espejo, solo veía a alguien esclavizado por la droga, sin rumbo y sin vida.
A los 23 años conocí la droga que destruye vidas en silencio: la metanfetamina, o “cristal”. Fueron solo 3 años de consumo, pero bastaron para deshacer mi cuerpo, mi mente y mis sueños. Llegué al punto de querer rendirme, de pensar en el “camino fácil” para terminar con todo. Las alucinaciones, el vacío y la desesperación me hicieron creer que morir de sobredosis sería mi destino. El brillo de mis ojos se volvió rojo, mi peso cayó drásticamente y mis amistades fueron sustituidas por una droga que me hacía vivir con la mirada perdida hacia abajo.
Pero Dios no me abandonó. Puso en mi camino un lugar que lo cambió todo: Gladiadores Valladolid, un Centro de Rehabilitación y Desarrollo Humano en Ebtún, a 5 km de Valladolid. Allí encontré una verdadera “casa de vida”, un hogar donde volví a descubrir el sentido de existir. Mis padres, que jamás se rindieron, apostaron por mi recuperación. A ellos les debo mi segunda oportunidad, así como a cada servidor de este centro, que me escuchó, me sostuvo y me enseñó que sí existe otra vida: una vida llena de esperanza.
En especial, mi gratitud eterna es para la madrina Cinthia Beatriz García Sánchez, directora del centro. Ella me enseñó la verdadera esencia de la rehabilitación: el amor, el respeto y el trato digno que todo adicto merece mientras lucha por levantarse. Sus palabras, su fuerza y su ejemplo me motivan hoy a ayudar a otros, tal como lo hicieron conmigo.
Hoy agradezco el día en que crucé la puerta de este lugar. Aquí encontré mi paz, mi abstinencia y mi propósito. Y aquí seguiré, dispuesto a devolver toda la ayuda que recibí, para que otros puedan descubrir que siempre existe una segunda oportunidad.
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