23/07/2025
En 1955, Emma Gatewood, una bisabuela de 67 años, abandonó silenciosamente su hogar en Ohio. Vestía unas zapatillas Keds y portaba un s**o de mezclilla al hombro. Sin dejar nota alguna ni despedirse, los vecinos asumieron que simplemente se había ido a dar un paseo. Sin embargo, lo que Emma realmente emprendía era una travesía que cambiaría el curso de la historia.
Sin tienda de campaña, sin s**o de dormir y solo con una cortina de ducha para protegerse de la lluvia, Emma se adentró en el sendero de los Apalaches, que se extiende a lo largo de 2.000 millas desde Georgia hasta Maine. Esta aventura representaba una extraordinaria prueba de determinación. No obstante, Emma, forjada por un matrimonio abusivo, la Gran Depresión y la crianza de 11 hijos, no se dejó intimidar. De hecho, el sendero la llamó con fuerza.
Inspirada por un artículo de National Geographic, su aventura se convirtió en una rebelión personal y una búsqueda de libertad. Desafió las inclemencias de la naturaleza, durmió bajo un cielo estrellado y continuó su camino en soledad, completando la travesía en una sola temporada.
Emma no se conformó con ese logro. Repitió la hazaña en 1960 y nuevamente en partes en 1963, convirtiéndose en la primera persona en recorrer el sendero tres veces, a la edad de 75 años.
Emma Gatewood no solo conquistó un sendero; lo transformó. Su travesía en solitario subrayó la importancia de la conservación y demostró que nunca se es demasiado mayor, demasiado femenina o poco preparado para perseguir un sueño audaz. Todo lo que se requiere es dar un paso decidido hacia lo desconocido.