26/09/2025
La evidencia distingue claramente entre regulación y represión: regular implica reconocer, nombrar y canalizar la emoción de forma consciente; reprimir es ocultarla y negarla, con costos posteriores.
Cuando los niños reprimen emociones para evitar conflictos o complacer adultos, obtienen beneficios inmediatos como mayor conformidad, pero enfrentan graves consecuencias futuras. La represión emocional, a diferencia de la regulación consciente, genera vulnerabilidad a problemas de salud mental, estrés, dificultades sociales, somatizaciones y alteraciones del sueño. Estas manifestaciones pueden emerger como “síntomas” conductuales (rabietas, impulsividad) o físicos, y tienden a intensificarse cuando las emociones no son validadas ni procesadas, en lugar de disiparse con el tiempo.
El enfoque adecuado no es "permitir todo", sino enseñar regulación emocional: validar sin juzgar, ayudar a nombrar sentimientos, modelar comportamientos y crear espacios seguros para expresión emocional. Esta estrategia desarrolla autorregulación adaptativa y previene los costos de la represión crónica.