22/09/2025
VER LAS EMOCIONES CON LOS OJOS DE LA IMPERMANENCIA
Cuando alguien dice algo que te hace enojar y deseas que esa persona no estuviera a tu lado, te ruego que la observes a fondo con los ojos de la impermanencia. Si se fuera, ¿cómo te sentirías? ¿Te sentirías contento o te echarías a llorar? Practicar esta percepción puede ser de gran ayuda. Hay una gatha o poema que puede ayudarnos:
Al estar enojado en la dimensión última
cierro los ojos y observo a fondo.
De aquí a trescientos años,
¿dónde estaremos tú y yo?
Cuando nos enojamos, ¿qué es lo que solemos hacer? Gritamos, chillamos e intentamos echar la culpa de nuestros problemas a la otra persona. Pero al observar el enfado con los ojos de la impermanencia, podemos detenernos y respirar. Al estar enojados el uno con el otro en la dimensión última, cerramos los ojos y nos observamos a fondo. Intentamos vernos de aquí a trescientos años. ¿Cómo serás tú? ¿Cómo seré yo? ¿Dónde estarás tú? ¿Dónde estaré yo? Sólo hemos de inhalar y exhalar, y observar nuestro futuro y el de la otra persona. En realidad, no necesitamos vernos al cabo de trescientos años. De aquí a cincuenta o sesenta años ya podríamos haber mu**to.
Al observar el futuro vemos que la otra persona es muy importante para nosotros. Cuando sabemos que podemos perderla en cualquier momento, dejamos de estar enojados. Deseamos abrazarla y decirle: "¡Qué maravilloso es que sigas con vida! Soy muy feliz. ¿Cómo pude enfadarme contigo? Los dos vamos a morir algún día y mientras estemos con vida y vivamos juntos, es una tontería enojarnos el uno con el otro".
La razón por la que somos lo bastante estúpidos como para hacernos sufrir tanto a nosotros mismos como a la otra persona es porque olvidamos que somos impermanentes. Algún día, cuando nos muramos, perderemos nuestros bienes, nuestro poder, nuestra familia, lo perderemos todo. La libertad, paz y alegría que gozamos en el momento presente es lo más importante que tenemos. Pero si no tenemos una comprensión despierta de la impermanencia, es imposible ser feliz.
Algunas personas ni siquiera quieren mirar a la otra persona cuando está viva, pero cuando muere escriben elocuentes notas necrológicas y le ofrecen ramos de flores. Pero entonces ella ya ha mu**to y no puede disfrutar de la fragancia de las flores. Si realmente comprendemos y recordamos que la vida es impermanente, haremos todo lo posible para que la otra persona sea feliz en este mismo momento. Si estamos enojados con el ser amado durante veinticuatro horas, es porque ignoramos la impermanencia.
"Al estar enojado en la dimensión última/cierro los ojos". Cierro los ojos para visualizar al ser amado de aquí a cien o trescientos años. Cuando te visualizas a ti y a la persona amada de aquí a trescientos años, te sientes muy contento de que los dos estéis vivos hoy. Y al abrir los ojos, descubres que la cólera que sentías ha desaparecido. Entonces extiendes los brazos para abrazar a la otra persona y practicas lo siguiente: "Al inhalar, sé que estás vivo, al exhalar, me siento muy feliz". Cuando cierras los ojos para visualizarte a ti y al ser amado de aquí a trescientos años, estás practicando la meditación de la impermanencia. En la dimensión última, la cólera no existe.
El odio también es impermanente. Aunque en este momento estemos llenos de odio, si sabemos que es impermanente, podremos hacer algo para cambiarlo. Un practicante puede observar su resentimiento y su odio y hacerlo desaparecer. Al igual que en el caso de la cólera, cerramos los ojos y pensamos: ¿Dónde estemos de aquí a trescientos años? Y al comprender el odio en la dimensión última, desaparece en un instante.
- Venerable Thich Nhat Hanh en su libro LA MUERTE ES UNA ILUSIÓN